NUESTRO PEREGRINAR POR LA VIDA.-
Como seres humanos estamos siempre buscando la manera de encontrar nuestro “lugar” en la vida.
Se suele decir que la vida es corta, que somos aves de paso y que peregrinamos por la vida sin descanso… A veces caminamos seguras, otras nos tambaleamos… pero cada paso que damos tiene guardada una nueva enseñanza para nosotros
Muchas veces necesitamos tener osadía para aventurarnos en nuevos proyectos, no importa cuan difíciles parezcan, confiando que de alguna manera lograremos suplir nuestras deficiencias, necesidades y carencias. Necesitamos ser fuertes para atrevernos a descubrir lo desconocido, así como tener valentía para vivir de acuerdo a nuestros sentimientos, creencias y sueños. Si nos tenemos a analizarlo, nos daremos cuenta que nunca encontramos un “sitio” definitivo. No encontramos el lugar que nos corresponde, no en el sentido físico (como una casa, ciudad o país) sino en el sentido emocional, algo en lo que nos sintamos plenos y realizados como seres humanos..
Debemos admitir que nunca estaremos completamente satisfechos con hasta dónde hemos llegado, porque siempre habrá un sueño que cumplir, anhelos y deseos que alcanzar.
Nos desplazamos por la vida en búsqueda de algo, a veces intentando dejar algo atrás, otras veces simplemente intentando progresar pese a los obstáculos que encontramos en el camino de nuestra vida. Pese a todo, nunca nos detenemos, o al menos no debiéramos, porque eso sería como estancarnos.
En nuestro peregrinar por la vida, muchas veces nos adentramos en laberintos que nos traen recuerdos y hacen que los fantasmas congelados del pasado se agolpen. Es necesario alcanzar el silencio, aquel lugar donde no podemos mentir, allí donde podemos quitar el antifaz de lo que muchas veces hemos ocultado, temiendo volver a sufrir. Después de todo, el peregrinaje hacia nuestro interior es el más intenso de todos nuestros viajes, puede incluso ser el más despiadado, porque es donde podemos ver nuestro propio rostro, un rostro que muchas veces puede parecernos el de un desconocido. Pero seguimos surcado por los sufrimientos y las angustias que hemos superado, de los que hemos trascendido.
Entramos al cementerio de nuestros recuerdos y nos damos cuenta que los que creíamos muertos están allí, listos para despertarse. La conciencia juega con la memoria y los recuerdos pueden ser seleccionados, a capricho podemos seleccionar los buenos recuerdos y desechar los malos, y construir o reconstruir los “depósitos” mentales de nuestros recuerdos auténticos de lo que hicimos o dejamos de hacer y que después de todo, rebelan quienes realmente somos.
La peregrinación hacia nuestro interior, la que realizamos o que al menos debiéramos realizar, debe ser con sinceridad y el propósito autentico de saber y aceptar en qué hemos fallado y ver en qué nos hemos equivocado… no para quedarnos estáticos sino para destacar nuestra valentía y no seguir aturdidos o tristes por los errores del pasado. Nuestro objetivo debe ser hacer cambiar las piezas de nuestra vida que estimemos necesarias cambiar. Muchas veces nos refugiamos en el pasado, detenemos nuestro peregrinaje por esta vida en lo que nos atormenta, sin percatarnos de que buscamos abrigo en un castillo de naipes que pretendemos mantener de pie, por nuestra cobardía y miedo a avanzar.
Muchas cosas que se esconden en nuestro interior, de forma consciente o inconscientemente hacen que nos culpemos y excusemos las adversidades, traiciones, ofensas ajenas y propias, porque es más fácil callar y esconder que enfrentar la realidad. Pero debemos solucionar las cosas para así continuar nuestro constante peregrinar por nuestra vida.
Comencemos ahora, recomencemos, si caemos levantémonos, después de todo, “nadie es tan fuerte que no caiga y nadie es tan débil que no se pueda levantar”.
Si te equivocaste, rectifica y recomienza.
Si no puedes dominarte, edúcate, obtén voluntad y empieza de nuevo.
De nosotras depende tener la determinación de seguir nuestro camino hacía nuestros propios anhelos, sueños y metas. Pongamos nuestra voluntad en ello, y teniendo seguridad en lo que decimos digamos: “quiero”, y “si quiero puedo”; de este modo sin duda alcanzaremos lo que nos propongamos.