UN SIMPLE HOLA
Juan
trabajaba en una planta distribuidora de carne. Un día,
terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores
para inspeccionar algo; en ese momento se cerró la puerta,
se bajó el seguro y quedó atrapado dentro.
Aunque golpeó
la puerta fuertemente y comenzó a gritar, nadie pudo
escucharlo. La mayoría de los trabajadores habían
partido a sus casas, y fuera del refrigerador era imposible
escuchar lo que ocurría dentro.
Cinco horas
después, y al borde de la muerte, alguien abrió
la puerta. Era el guardia de seguridad que entró y lo
rescató.
Juan preguntó
a su salvador como se le ocurrió abrir esa puerta si
no era parte de su rutina de trabajo, y él le explicó:
"Llevo
trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de
trabajadores entran a la planta cada día, pero tú
eres el único que me saluda en la mañana y se
despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores
me tratan como si fuera invisible.
Hoy, como
todos los días, me dijiste tu simple "Hola"
a la entrada, pero nunca escuché el "Hasta mañana".
Espero por
ese "Hola" y ese "Hasta mañana" todos
los días. Para ti yo soy Alguien, y eso me levanta cada
día. Cuando no oí tu despedida, supe que algo
te había pasado... Te busqué y te encontré.
Desconozco
su autor
|