Terminemos con agradecimiento.

Lamentaciones 3: 22-25

Finalizar un año es para muchos de gran alegría, mientras para otros, de gran frustración porque no alcanzaron las metas propuestos y para los más es simplemente un interrogante que sigue sin respuesta: ¿Para qué estoy en este mundo? Quizás, algunos propósitos se quedaron en el tintero y todo se quedó en un buen propósito; pero la realidad es que fuimos creados para grandes cosas, así que no "se contagie del síndrome de fin de año" y propóngase más bien a armar su  "mapa espiritual", que quitará toda angustia existencial o pensamiento deprimente, de su vida.

Lo primero que debemos hacer es dejar de "andar por las ramas", o ser tan sentimental y soñador, debemos colocar los pies en la tierra y entender que Dios es un Dios de orden, nada está en este maravilloso Universo, por casualidad, o porque al tenor que evolucionaban las cosas una a otra "coincidencialmente" se iban encontrando, ¡No! En realidad todo está en el lugar exacto y para hacer las cosas de forma perfecta, como el Hacedor lo ha dispuesto. No se amargue por nada, si cree que se equivocó o que no alcanzó lo que había presupuestado al comienzo de año, simplemente pídale perdón a Dios y que le oriente ahora cuando va a comenzar a elaborar su libro de sueños, para el próximo año y siga adelante; recuerde que Dios es muy creativo y es por eso que la Palabra dice: "Nuevas son cada mañana tus misericordias"; porque el Señor no piensa como nosotros, si así fuera, ya estaríamos "noqueados espiritualmente".

Hoy es un día muy especial, estamos para finalizar el último mes de este precioso año que Dios nos ha dado, no acumule en su vida remordimientos, es mejor el arrepentimiento sincero, porque este nos lleva a pedirle perdón a Dios y a comprometernos más con Él, además, nos asegura su bendición y es precisamente la que "nos llena de favores y no añade tristeza con ella" (Proverbio 10:22). Aleje de usted todo espíritu de depresión, aprenda a reprender al diablo y a su propio ego, llénese del amor de Dios y recuerde que siempre hay una nueva oportunidad para todo aquel que con sinceridad reconoce que falló, que necesita más de Dios y se apresura a obedecerle.

Oremos juntos. Gracias Amado Padre celestial, porque siempre nos brindas una oportunidad más, hoy recibimos tu bendición y nos comprometemos contigo a buscarte cada día en oración, para recibir tu consejo, dirección y bendición; te agradezco este año que me diste y cada oportunidad que me brindaste; en el nombre de tu Hijo Jesucristo, amén