EDUCANOS O SOBREPROTEJENOS
Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, tienen mayor experiencia y saben más lo que les conviene o no…
Pero a veces los padres protegen demasiado a sus hijos, les imponen demasiadas prohibiciones lo cual provoca más rebeldía. Incluso cuando así logran controlarles, pueden llegar a inhibir su crecimiento hacia la madurez e independencia personal
Desde que se nace, los padres son los responsables del cuidado, educación y bienestar de los hijos. Esta responsabilidad, perfectamente asumida por los padres, a veces les lleva a sentirse incómodos cuando los hijos crecen e intentan ejercer sus derechos de individualidad y autonomía.
Muchas veces los padres tienden a sobreproteger a los hijos, lo cual es algo que puede afectarles negativamente por el resto de sus vidas, especialmente cuando se les sobreprotege durante la adolescencia.
La adolescencia es la etapa de la vida en la que los hijos comienzan a tomar decisiones que pueden hacer de ellos personas independientes, autónomos y capaces. La sobreprotección en la adolescencia puede mermar su capacidad de decisión, autonomía e individualidad justo a la edad en la que más están cambiando, desarrollándose, madurando y convirtiéndose en las personas que serán de mayores.
Para los padres, es difícil aceptar que los hijos están creciendo y volviéndose individuos autónomos, con capacidad propia de elección. Es especialmente difícil cuando están tomando decisiones con las que no están de acuerdo y tomando el rumbo que estiman equivocado. Por ejemplo, si se les intenta proteger de la delincuencia, violencia y mantenerlos informados de los peligros de salir de noche, los hijos suelen tomarlo como una sobreprotección innecesaria, considerando a los padres como dominantes y autoritarios.
Las intenciones por los que los padres protegen a los hijos son obviamente buenas, pero hay que reconocer que existen limitaciones en cuanto a la autoridad que se debe ejercer sobre los hijos, tomando en cuenta que la sobreprotección también puede tener consecuencias en su desarrollo social e independiente, las limitaciones en el desarrollo y la toma de decisiones de los jóvenes, puede desarrollar en ellos algunos problemas que enfrenten más adelante en la vida.
Algunas de las consecuencias de la sobreprotección hacia nuestros hijos:
Pueden desarrollarse como personas tímida.
Pueden desarrollar inseguridad y dependencia de los padres o de alguna figura de autoridad.
Baja autoestima.
Buscan el respaldo de quien les crean que puede darles seguridad y confianza.
Buscan constantemente la aprobación de los demás.
Se dejan influenciar muy fácilmente por los demás.
Tienen dificultad para socializar.
Muy difícilmente son capaces de decir “no”.
Como padres tenemos la necesidad y hasta cierto punto el derecho de saber qué van hacer nuestros hijos, a donde van, con quien y a qué hora van a estar de regreso en casa, después de todo, son nuestra responsabilidad, les amamos, necesitamos saber que están bien y esa no es una sobreprotección, pero sí es una manera de saber que todo marcha correctamente.
La educación y formación de nuestros hijos comienza muy temprano, desde que nacen… y no se debe pretender sólo cuidarlos en su infancia y de repente, cuando son adolescentes educarles y enseñarles cómo manejarse en la vida, pues su formación empieza desde muy pequeños.
Desde una edad muy temprana debemos ser ejemplo para ellos, permitir que cuando salgamos ellos mismos sepan a qué hora estaremos de vuelta en casa con ellos, el motivo por el que salimos, y donde estaremos. Si desde una edad temprana pueden observar una actitud así en los padres, les será más innato ser responsables y aceptar que ellos también deben justificar los motivos por los que salen, a qué hora volverán y con quien estarán. Hagamos nosotras mismas así como queramos que nuestros hijos hagan.
Si cambiamos de planes nuestra autoridad no tiene porqué verse mermada, pero si les estamos enseñando a ser responsables nuestro ejemplo es esencial. Si sólo damos órdenes pero no hemos sido capaces de darles ejemplo, tenemos sobradas razones para fallar en la educación de nuestros hijos, y por mucho que les protejamos o sobreprotejamos no lo lograremos.
Cuando un plan cambia, debemos estar dispuestas a darles ejemplo de humildad. Ser honestos con los hijos es fundamental para una comunicación efectiva. Como padres, siempre debemos ser sinceros, decirles siempre la verdad por muy difícil que a veces resulte, es necesario ser siempre honestos con nosotros mismos, luego con nuestros hijos, para que la confianza sea la base en su educación y de una buena educación, desarrollar una relación con respeto y mucha comunicación.
Hay una línea muy delgada entre la protección y la sobreprotección, esa es una de las razones por las que algunas veces, invadimos la privacidad e individualidad de nuestros hijos. Respetemos las reglas establecidas por nosotros mismos, como padres, respetemos su individualidad de la misma forma como nos gusta que se respete la nuestra.
Siempre tenemos la oportunidad de mejorar como padres, o de cambiar de actitud hacia nuestros hijos, en pos de una familia feliz.
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