Una creyente que estaba desayunando con un mendrugo de pan y un vaso de agua exclamó:«¡Qué importa! Tengo todo esto y también a Cristo.»
Un predicador puritano, al dar gracias sobre un plato de patatas y un arenque, dijo: «Señor, te doy gracias que has puesto en operación el mar y la tierra para alimentar a uno de tus hijos.» - ¿No está contenta la abeja con el polen de la flor, o el buey que pace en las montañas?... El descontento roba al hombre la facultad de gozar lo que posee. Una gota o dos de vinagre amargan todo un vaso de vino. Spurgeon