S E M A N A   S A N T A - 2012             

 

 

                                                         DOMINGO DE RAMOS

                                             (Mc.11,1-10)                                              

 

“Se acercan a Jesrusalén …..y Jesús mandó a dos de sus discípulos diciéndoles: -Id a la aldea de enfrente, y en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. (…)

Llevaron el borrico, le echaron encima los mantos y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban; -¡Hosanna! ¡ Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡ Hsanna en las alturas!” 

 

                                   ¡ Bendito el que viene….!

 

 En la famosa  “ Historia de Cristo” de Giovani Papini leemos:”El cortejo se aproxima a la ciudad misteriosa, sorda y enemiga, con la fuerza sonora de un torrente desbordado y amenazante. Estos campesinos, aldeanos van delante contentos y satisfechos como tratando de engalanar las estrechas callejuelas de paz y libertad. No se enteran de la nube negra de odio e intrigas de  los poderosos dirigentes que ha envuelto a la ciudad bien fundada y compacta. Lo harán todo sin remilgos intelectuales propios de la gente culta pero  van expresando por la calle la satisfacción espontánea del alma agradecida que vitorea a quien se ha acercado a su ignorancia y miseria para ayudar a levantarse.

Los más jóvenes se han encaramado a los árboles para cortas ramos y palmas y explotan en gritos de bienvenida para aquel que, hoy va montado en la borriquilla prestada pero siempre se acercaba a ellos invitándoles a ser sus amigos del alma. No se han olvidado y hoy,  ignorantes de la tragedia que se está urdiendo, se lo agradecen.  El Mesías, sin embargo, no es acogido con tanto fervor por los que dedican la mañana del Domingo a dormir.”

 

                                             O R E M O S

 

“Acrecienta, Señor, la fe de los que en ti esperan y escucha las plegarias de los que a ti acuden para que los que alza la voz en tu honor, vivan tu FE y AMISTAD dando frutos  abundantes de bien.”