Admitir los errores es algo muy difícil. El ser humano es especialista en inventar excusas o intentar transferir la culpa de un error a otra persona. Muchas veces tenemos miedo de las consecuencias del error cometido, o debido a nuestro orgullo no admitimos que nos equivocamos. Pero con relación a nuestros pecados y Dios, no necesitamos tener esas preocupaciones. Si pecamos, y reconocemos que lo hemos hecho, basta con pedir perdón a Él, que debido al sacrificio de Jesucristo nos perdona y sigue amándonos como siempre nos amó. Y Dios todavía nos da la fuerza para que podamos resistir cuando seamos tentados a pecar nuevamente. Como Dios es bondadoso, ¿verdad?. Por más que hagamos cosas erradas diariamente, Él siempre nos perdona y nos acepta como Sus Hijos queridos.
Oremos: Señor Dios, muchas gracias por ser un Dios tan bondadoso conmigo, aun cuando no merezco ese amor. Dame fuerzas para que yo pueda resistir las tentaciones del pecado diariamente. Amén.