Hoy… Disfrutaré El Ser Perdonado.
No quisieron oír, ni se acordaron de las maravillas que con ellos hiciste; antes endurecieron su cerviz y, en su rebelión, pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios perdonador, clemente y piadoso, tardo para la iray grande en misericordia, pues no los abandonaste. Nehemías 9:17
Cuando en verdad nos damos cuenta de que todo lo que Dios ha hecho a través de los tiempos ha sido con el único propósito de (re) establecer una relación íntima con nosotros, una relación que nos llene, vemos las cosas de una manera muy diferente a como las veíamos antes. En realidad Dios no es lo que nos imaginamos, el Juez distante que está en el cielo tachando el nombre de las personas una tras otra a medida de que cada uno de nosotros falla en vivir de acuerdo a sus expectativas. En lugar de eso, Él es un Dios de amor que se angustia por la maldad que nosotros introducimos en nuestras vidas (y en las de otros), y la cual trae como resultado la muerte. Cuando elegimos formas de creencias o de vida que sacan a Dios de la ecuación de tu vida, la pérdida que Él siente es más desgarradora que la pérdida multiplicada de cada padre en la tierra que sufre la muerte de un hijo. Él nos creó a cada uno de nosotros de manera particular y con un propósito, deseando más que ninguna otra cosa compartir con nosotros toda Su vida para siempre. Se propone mantener la cercanía e intimidad de nuestra relación con Él a cualquier precio, aún cuando Él mismo tenga que pagarlo. Así que, ¿cuál es el problema? Dios es Dios… ¿Es que no puede hacer Él lo que quiera? Si Él quiere hacer algo de una forma particular, rápida, así lo puede hacer, ¿cierto? ¿Por qué necesita ser mantenida y restaurada la relación de Dios con los seres humanos? ¿No podría Dios arreglar todo de una vez por todas, y hacerlo infalible? De esta forma todos podríamos vivir felizmente para siempre. Esto nos lleva al asunto más central de toda la creación. En cierto modo, es toda la historia: el tema, la trama de cómo Dios trata con cada uno de nosotros. Con el fin de entender la magnitud de lo que Dios hizo por ti, primero debes captar una realidad que a las personas no les gusta oír mucho: el pecado.
La razón por la cual la mayoría de las personas no quiere hablar del pecado es sencilla. De cualquier manera que uno defina sus propios límites personales entre el bien y el mal, y entre el comportamiento aceptable e inaceptable, todos sabemos que hemos hecho mal. Nadie ha sido capaz de salir adelante en la vida de acuerdo con sus propios estándares de conducta. No lo entenderé a menos que sepa lo que es ser perdonado y hoy disfrutaré el haber sido perdonado. Señor, gracias por darme el gozo y la bendición de haber sido perdonado. En el Nombre de Jesús. Amén.
Dr. Daniel A.Brown.
MIGDALIA
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