No encarceles al Espíritu de Dios sobre ti
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová”
Isaías 61:1-2
No sé tú hermano pero al leer que el espíritu de Jehová el Señor está sobre mí y que me ha enviado para dar buenas nuevas a los abatidos, mi alma arde.
Cada vez que escucho que alguien tiene un pesar, automáticamente mi espíritu me dice: Cristo le puede ayudar. No existe mal, pecado, enfermedad o pesar, que Cristo no pueda quitar. Más sin embargo hace falta actuar, y muchas veces no lo hacemos
¿Alguna vez has estado en la posición en que Dios pone a tu lado a uno de aquellos a los cuales Él quiere liberar y darles una nueva vida, y esa persona abre su corazón contigo esperando recibir el amor de aquel que predicamos; más sin embargo una vez que termina de decir lo abatida que se encuentra, solo hay un largo silencio de tu parte?
Eso hermano es retener la cura de la muerte.
¿Suena injusto no? ¿Qué acaso no recuerdas lo que es estar perdido en las tinieblas, desesperado por ver un rayo de luz? ¿Qué acaso no recuerdas el tormento que es no poder ser liberado de eso que carcomía tu alma?
Cada vez que hacemos caso omiso al espíritu de Dios que está sobre nosotros para predicar buenas nuevas a los abatidos, para vendar los corazones de los quebrantados, para gritar a los 4 vientos que hay libertad para los cautivos, nosotros estamos reteniendo la cura de la muerte.
En muchas ocasiones por el hecho de no incomodarnos, dejamos a su suerte a aquellos que necesitan la salvación de nuestro Señor. Y no nos ponemos a pensar que quizás nosotros seamos el medio que Dios quiere utilizar para responder a innumerables oraciones.
Eso hermano es encarcelar al espíritu de Dios sobre ti.
En otras ocasiones creemos que el hecho de no tener experiencia o credenciales que avalen nuestras palabras, nos impide compartir de la vida que hemos recibido. Siendo que solamente hace falta abrir nuestra boca; y una vez que lo hagamos, Dios la llenará con su espíritu.
“Abre tu boca, y yo la llenaré” Salmos 81:11
Abre tu boca hermano, ¿Qué importa el qué dirán?, ya viviste mucho tiempo tratando de agradar al mundo, ¿Y qué te dejó de bueno?….solo ocúpate en agradar a aquél que te salvó, el cual está anhelando dar libertad a los cautivos por medio de ti.
Querido hermano, mi invitación el día de hoy es a tomar tu papel en este mundo. Es hora de ser esa antorcha que alumbra en las tinieblas, es momento de ser quien saca de prisiones a los que día a día su vida es una cárcel; ha llegado el día en el que tomes tu identidad….. y no encarceles más al espíritu de Dios sobre ti.
Si estás dispuesto a ser ese instrumento que Dios quiere utilizar, di esta oración:
“Señor Jesús, despierta en mí el amor que tienes por las almas para poder servirte dignamente, deposita más de tu presencia en mí para poder ver con tus ojos y escuchar con tus oídos, dame la certeza de que en todo momento tú estás en control de las situaciones sin importar en que lugar me encuentre; para poder actuar en la voluntad del espíritu que has depositado sobre mí. Por medio de tu espíritu, permíteme ser agua para el sediento, luz para aquel que anda en tinieblas y libertad para aquel que su vida está en esclavitud….en el nombre que es sobre todo nombre; Jesús, amen.”
MIGDALIA