"La paz os dejo, mi paz os doy." -- Juan 14: 27.
...Nuestro Salvador se refiere aquí a la paz con Dios, y a la paz con nuestra propia conciencia. Primero hay paz con Dios, pues Él "nos reconcilió consigo mismo por Cristo;" Él ha derrumbado la pared que nos separaba de Jehová, y ahora hay "¡en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!" Cuando el pecado es quitado, Dios no tiene motivos para la guerra contra Sus criaturas: Cristo ha quitado nuestro pecado, y por tanto hay una paz sustancial virtual establecida entre Dios y nuestras almas. Esta, sin embargo, puede existir sin que nosotros la entendamos claramente y sin que nos gocemos en ella. Por tanto, Cristo nos ha dejado paz en la conciencia.
La paz con Dios es el tratado; la paz en la conciencia es su publicación. La paz con Dios es la fuente, y la paz en la conciencia es el arroyo de cristal que nace de allí. Hay una paz decretada en la corte de la justicia divina en el cielo; y de allí se sigue una consecuencia necesaria: tan pronto se conoce esa noticia, hay paz en la corte inferior del juicio humano, donde la conciencia se sienta en el trono para juzgarnos de conformidad a nuestras obras.
Entonces, el legado de Cristo es una paz doble: una paz de amistad, de acuerdo, de amor, de unión eterna entre el elegido y Dios. Además es una paz de dulce gozo, de quieto descanso del entendimiento y la conciencia. Cuando no hay vientos arriba, no habrá tempestad abajo. Cuando el cielo está sereno, la tierra está quieta. La conciencia refleja la complacencia de Dios. "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación."....Spurgeon