Desahuciado en el Dolor
¡Sentirse sin esperanza! Esa es una de las peores pesadillas que pueda experimentar el ser humano. Porque cuando la esperanza falta el panorama es totalmente negro y carente de luz. Porque no hay sonrisas y la vida se convierte en hastío y rutina. Porque la amargura se apodera del corazón y todo es deprimente, insípido, agrio, tosco y casi inerte.
Quien se siente desahuciado(a) ha perdido la alegría del vivir. Siente un hueco o vacío muy grande en su corazón. Aparta a todo el mundo de su lado y activa todos sus mecanismos de defensa para que nadie pueda descubrir lo que por dentro siente. Finge muchas veces que nada le importa, pero la realidad es que quisiera ser libre de esa prisión en la que se encuentra encadenado(a).
¡Pobre alma triste! Que llora sin consuelo en silencio, que clama ansiosamente y nadie le puede escuchar. Su único remedio y salvación se encuentra en Cristo. Porque Él solo puede entender cómo te sientes sin que ni siquiera se lo expreses. Él solo puede extirpar ese dolor, esa raíz tan profunda que te ha dejado la amargura y la soledad. Él solo puede reconstruir lo que otros rompieron. Dios puede sanar tu autoestima si tú se lo permites y aprendes a verte como lo que eres: UNA PARTE ESPECIAL Y MARAVILLOSA DE SU HERMOSA CREACIÓN. Él puede perdonarte y enseñarte a perdonar para que tu interior pueda experimentar una sanidad sobrenatural.
Puede que tú te sientas desahuciado en el dolor y derrotado de la vida. Pero tu panorama puede cambiar a uno donde haya esperanzas, sueños, colores e ilusiones. Tú mentalidad puede cambiar, de tu interior pueden resurgir las más hermosas emociones y sentimientos. Él puede resucitarte, porque aunque tu corazón late, has estado viviendo como muerto(a). Y esa no es la clase de vida que Dios desea para ti. Pero hoy, puedes nacer del dolor y que sientas una primavera dentro de ti. No estás desahuciado, todavía hay esperanzas de transformación. Todavía puedes convertirte en una linda mariposa que vuela libre por el aire.
Hoy puedes volver a respirar en libertad.
Autora: Brendaliz Avilés