No necesito ser como los demás quieren que sea, ni necesito actuar como esperan que lo haga…
Quiero hacer las cosas por mí misma, porque las siento dentro de mi ser, porque así soy yo.
Debo ser lo que quiero ser.
A menudo solemos librar batallas en las que se disputan giros preponderantes de nuestras vidas. En estas batallas se enfrentan dos bandos:
Uno que evidencia lo que los demás quisiéramos que fuéramos y todas las creencias que nos han inculcado desde niñas
y otro, en el que se enfila lo que amamos y hace respirar al espíritu que vive en nuestro pecho.
¿A qué lado le permitimos ganar?
No somos quienes desearíamos ser
La cobardía y nuestro patológico miedo al “qué dirán” hacen que nos pasemos el tiempo caminando por espacios que no nos gustan y no deseamos, escogiendo no elegir y quedándonos con uno de los puntos de la reducida lista de cosas que nos han presentado como “aceptables”.
Tiempo después, nos damos cuenta de que estamos en el ojo de un remolino de circunstancias que nunca hemos querido y que se nos mete por las venas secando lentamente nuestros sueños e ilusiones con aquel tedioso lema del “tienes”: tienes que hacer ello o lo otro; tienes que alejarte de eso y acercarte a esto; tienes que dejar de pensar en los otros y sólo dedicarte a ti misma.
Lo que se espera de ti no necesariamente describe quien eres realmente.
La vida se convierte en una obligación llena de reglas y frustrantes imposiciones que nos llenan de “tienes”. Tanto es así, que no podemos dejar de pensar en qué ha sido de todo aquello que queríamos y por qué en lugar de proteger nuestros sueños, permitimos que fuesen desterrados de nuestro corazón.
Es cierto que nadie “supongo” nos pone un arma en la cabeza para obligarnos a hacer su sacra voluntad; pero para obligar no siempre hay que hacerlo por las vías de hecho, sino que también existen otras formas de obligar; por ejemplo, no es obligatorio pagar la cuenta de energía, pero si no lo haces, te quedarás sin el servicio.
Asimismo, pasa con nuestras vidas: no es obligatorio hacer lo que los demás quieren, pero si no lo hacemos, lo sentimos con recriminaciones, malas actitudes y prevenciones para con nosotras.
Es entonces cuando empezamos a preguntarnos: ¿qué vamos a hacer? ¿Qué camino podemos tomar? ¿A qué debo mayor valor?
Yo tengo opción,
Parecen obvias las respuestas, pero a veces nos apabullan las acciones. Cuando los grandes personajes de la historia se atrevieron a hacer lo que les nacía, fueron tildados de locos y con el pasar del tiempo, todo cambió y lo que fue locura en un inicio, se convirtió en inminentes ataques de brillantez. Lo cierto es que el tiempo les ha dado la razón y ha mostrado que la verdadera locura es no hacer lo que se ama.
Debemos pasar del “tener” al “querer”. No se trata de ser injustas y pasar cuan aplanadoras por encima de las personas que más nos quieren, de lo que se trata es de seguir la verdad de nuestro corazón y ser tercas con nuestros sueños más no con nuestros errores. Así los seres que nos aman terminarán por entender que nuestra felicidad no está en lo que los demás creen conveniente sino en lo que nosotras mismas hemos construido con amor en nuestro mundo.
Siempre será mejor volar acompañada que sola.
Si te resignas a hacer lo que “tienes que hacer”, ¡felicidades! Serás una futura amargada llena de frustraciones y agonías.
Pero si te atreves a “querer”, lo único que perderás es el miedo a soñar.
ESTA ES MI RESPUESTA, ESPERO TE SIRVA. SOLO SE TU, PERO NO DEJES NUNCA A DIOS, AMARLO A EL TE ALUMBRARA EL CAMINO Y SABRAS QUE HACER.
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