¡Ten cuidado, mucho cuidado aquel día en que estás especialmente cansado y fastidiado! Es probable que ese momento te encuentre:
- Menos tolerante
- Poco lúcido
- Proclive a ver lo peor de cada situación
- Al borde de generar/te nuevos conflictos
- Con ingratitud
- Buscando una excusa para descargar tanta tensión acumulada.
Si quieres arruinar todo, da lugar al fluir de lo que sientas y que sea lo que sea. Ahora bien, si quieres que tu día comience a tener otro brillo, te comparto algunas sugerencias que nos pueden ser de utilidad para “aquellos días de fastidio”:
- Corta ya mismo con la argumentación que está generando dentro tuyo todo tipo de pensamientos para victimizarte
- Frena también cualquier excusa con la que estés coqueteando y que te esté habilitando en tu interior para lastimarte o lastimar a otra persona (no olvides que hay un ser muy violento habitando en cada uno de nosotros)
- Si puedes, camina un poco (o no tan poco) para comenzar a bajar la tensión física que se acumuló en las últimas horas
- No tengas por el momento ninguna conversación profunda hasta no haber salido del estado de fastidio
- Pon todo tu ser en búsqueda de motivos para agradecer a Dios por este día. Vamos, no hay ganas. Pero es una decisión. Hay centenares de razones para agradecer. No mires a los mentirosos y a los malvados. Inspírate en toda la gente buena que ha hecho cosas buenas en estos últimos días
- Busca el lado cómico de alguna situación que te esté fastidiando
- Recuerda que Dios te creó para vivir con propósito y trascendencia. El fastidio te convierte en un pésimo sobreviviente. La trascendencia te invita a mirar por encima de las últimas anécdotas fastidiosas.
Amigo, este día no tiene por qué ser vivido y despedido con fastidio. Es tu decisión. Es mi decisión. Dios pone y pondrá los recursos suficientes como para que pueda ser transformado. ¿Comenzamos de a poco a torcer el rumbo???
GUSTAVO BEDROSSIAN