Creo que no hay nada más peligroso para un cristiano que llevar consigo un resentimiento contra Dios. Estoy impactado por el cada vez mayor número de creyentes que guardan algún tipo de rencor contra Él. ¿Por qué? Están convencidos de que a Dios no le importan, porque no ha respondido a una oración en particular o no ha actuado en beneficio de ellos.
Jonás tuvo un llamado misionero de parte Dios y fue a Nínive a predicar el mensaje de juicio que había recibido. Después de entregar el mensaje, Jonás se sentó en una colina, a la espera de que Dios comience el juicio. Pero habían transcurrido cuarenta días y nada había pasado. ¿Por qué? ¡Porque Nínive se había arrepentido y Dios había cambiado de opinión acerca de destruirlos!
Generalmente la ira contra Dios comienza con una decepción. Dios puede llamarnos, darnos su carga y enviarnos. Entonces, cuando las cosas no salen como habíamos planeado, nos podemos sentir engañados o traicionados. Dios entiende nuestro clamor de dolor y confusión. Después de todo, nuestro clamor es humano. Y no es diferente del clamor de Jesús en la cruz: “Padre, ¿Por qué me has desamparado?”
Si seguimos alimentando un espíritu molesto, éste se transformará en rabia. Y Dios nos hará la misma pregunta que le hizo a Jonás: “¿Tanto te enojas?” (Jonás 4:9). En otras palabras, “¿Crees que tienes el derecho de estar tan enojado?”
Jonás respondió: “Mucho me enojo, hasta la muerte" (mismo versículo). Este profeta estaba tan lleno de rabia hacia Dios, que dijo: "No me importa si vivo o muero. Mi ministerio es un fracaso. Tengo todo el derecho de estar enojado con Él".
La Palabra de Dios dice que hay esperanza. “Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová” (Jeremías 31:16). En otras palabras, “Deja de quejarte. Voy a premiar tu fidelidad”.
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).
Amado, tu clamor y tus oraciones no han sido en vano. Todo tu dolor y tus lágrimas tienen un propósito. Dios te está diciendo: “¿Crees que todo ha terminado? Tú solamente ves fracaso y ruina, no hay resultados. Así que dices: ‘Este es el fin’ Pero Yo digo que éste es el principio. Veo la recompensa que estoy a punto de derramar sobre ti. Tengo en mente buenas cosas para ti, cosas maravillosas. Así que, ¡Deja de llorar!”.