En Manos del Alfarero Maestro
Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro, tú
nuestro alfarero; ¡todos fuimos hechos por ti mismo!
Isaías
64:8
El instrumento humano sufre mientras proyecta y hace
planes para sí con algo que Dios le ha negado que haga.
Se queja y lamenta, y todavía se aumentan las
dificultades. Pero cuando se somete para ser como
arcilla en las manos del alfarero, entonces Dios
convierte al hombre en un vaso de honra. La arcilla se
somete para ser moldeada. Si se permitiera obrar a Dios,
centenares serán moldeados y convertidos en vasos como a
él mejor le pareciera.
Permitid que la mano de Dios trabaje la arcilla para su
servicio. El conoce exactamente qué clase de vaso
necesita. A cada hombre ha dado su obra. Dios conoce
cuál es el lugar para el cual el hombre es más idóneo.
Muchos están trabajando en contra de la voluntad de
Dios, y echan a perder el diseño. El Señor desea que
cada uno esté sumiso bajo su dirección divina. El
colocará a los hombres donde se sometan para ser
modelados en unidad con Cristo, llevando su semejanza
divina. Si el yo se somete para ser moldeado, si
cooperamos con Dios, si oramos en unidad, si trabajamos
en unidad, si todos ocupamos nuestro lugar como hebras
en la trama de la vida, nos desarrollaremos
convirtiéndonos en un bello tejido que regocijará al
universo de Dios.
El Alfarero no puede moldear y modelar para honra lo que
nunca ha sido colocado en sus manos. La vida cristiana
es una vida de entrega diaria, de sumisión y continuo
triunfar. Cada día se ganarán nuevas victorias. El yo
debe perderse de vista, y el amor de Dios debe
cultivarse continuamente. Así crecemos en Cristo. Así la
vida se forma de acuerdo con el modelo divino.
Cada hijo de Dios debe empeñarse hasta lo sumo para
elevar la norma de la verdad. Debe trabajar de acuerdo
con Dios. Si el yo es exaltado, Cristo no es
magnificado. Dios se compara a sí mismo en su Palabra
con un alfarero, y los suyos son la arcilla. Su obra es
la de modelarlos de acuerdo con su propia semejanza. La
lección que deben aprender es una lección de sumisión.
No debe exaltarse el yo. Si se presta la debida atención
a la instrucción divina, si el yo se somete a la
voluntad, la mano del Alfarero producirá un vaso
simétrico.
El alfarero toma la arcilla en sus manos y la moldea y
le da forma de acuerdo con su propia voluntad. La amasa
y la trabaja. La rompe y vuelve a unirla... Así la
transforma en una vasija digna de ser usada. Del mismo
modo el gran Maestro Alfarero desea tenernos en sus
manos y formarnos. Y tal como la arcilla se comporta en
las manos del alfarero, así debemos colocarnos nosotros
en sus manos. No debemos tratar de realizar la obra del
alfarero. Nuestra parte consiste en someternos al trabajo
del Obrero Maestro.