Un corazón contaminado
"Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero
lo que sale de él es lo que contamina al hombre" Marcos 7:15
Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que
todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no
no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía,
haciendo limpios todos los alimentos. Pero decía, que lo que del hombre sale
esto contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres,
salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas esas maldades de dentro salen
y contaminan al hombre" Marcos 7:18-23.
El Señor indica explícitamente que lo que contamina al hombre es lo que sale
de su corazón. Así que no debemos preocuparnos tanto por las cosas exteriores,
ya que estás cosas no pueden contaminarnos. Más bien, debemos prestar mucha
atención a lo interior, ya que eso sí puede contaminarnos. Jeremías dijo que el
corazón del hombre es perverso (Jer. 17:19). El hombre caído tiene un corazón
corrupto y lleno de contaminación.
En los versículos 21-22 el Señor enumera algunas cosas que contaminan al hombre
al hombre, las cuales están en su corazón: "Porque de dentro, del corazón de los hombres, proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los hurtos, los
homicidios, los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la
envidia, la blasfemia, la soberbia, la insensatez". Luego en el versículo 23 concluye:
"Todas las maldades de dentro proceden, y contaminan al hombre". Las cosas
malignas que proceden del interior del hombre son fruto de su naturaleza caída y
pecaminosa. (Romanos 7:18).
Es muy significativo que en el capítulo 7 de Marcos el Salvador-Esclavo, al llevar a
cabo Su servicio evangélico, mencione la condición interior del hombre. El Señor
hizo esto por el bien de Sus discípulos, Sus fieles seguidores. Quería demostrarles que todo lo procedía de sus corazones contaminaba a los demás. El Señor parecía decirles:
"Tened cuidado de no contaminar a los demás o de no ser contaminados por los
demás. Ninguno de vosotros está limpio, así que no importa cuánto os lavéis las
manos, no podéis limpiar vuestro corazón, pues en él yace todo lo que contamina.
Debéis comprender que todo lo que procede de vuestro corazón es inmundo y no
sólo contamina a los demás, sino también a vosotros mismos".