La vana tradición y la verdad viviente
Pastor Tony Hancock
Una señora empezó a preparar una carne para asar en el horno. Limpió y sazonó la carne, y luego le cortó los dos extremos antes de ponerla en la olla para meterla al horno. Su hija, que observaba este proceso, le preguntó: "Mami, ¿por qué cortas las puntas de la carne antes de meterla a la olla?"
Su madre le contestó: "Es que así me lo enseñó tu abuelita, hija. Pero no sé por qué lo hacemos. Se lo voy a preguntar." En la siguiente ocasión que vio a su madre, la señora le hizo la pregunta: "¿Por qué me enseñaste a cortarle las puntas a la carne antes de meterla a la olla?" Su madre le contestó: "No sé, hija, es que así me enseñó mi mamá."
La señora anciana, bisabuela de la niña que había hecho la pregunta al principio, aún vivía. Pronto se presentó una ocasión para verla, y la señora le preguntó:"Abuelita, mi mamá me enseñó a cortarle las puntas a la carne antes de meterla a la olla. Ella me dijo que tú le enseñaste a hacerlo así. ¿Me puedes decir por qué?"
Su abuela le contestó: "¡Yo siempre lo hacía así porque tenía una olla muy pequeña, y la carne no le cabía! Pero si tienes una olla más grande, no lo tienes que hacer." Es interesante cómo podemos convertir una costumbre en tradición, y la seguimos haciendo sin saber el por qué. En este caso, ¡las mujeres habían desperdiciado mucha carne por no buscar la razón de su tradición!
Como seres humanos, nos inclinamos hacia las tradiciones porque nos ofrecen aparente seguridad. Las tradiciones parecen ofrecernos formas de lograr el éxito y controlar nuestro destino. Sin embargo, esta inclinación puede ser muy peligrosa. En el caso de las mujeres que rostizaron la carne, les costó algunos kilos de carne en el transcurso de los años. En otros casos, seguir ciegamente la tradición nos puede costar mucho más.
Los miembros de la Iglesia en Colosas enfrentaban una falsa enseñanza que se basaba en ciertas tradiciones humanas. Esto le daba un atractivo superficial, pero amenazaba con sublevar su fe en Jesucristo. Vamos a leer lo que tuvo que decir el apóstol Pablo al respecto, y veamos lo que nos dice a nuestra situación en particular. Leamos Colosenses 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
La Palabra aquí nos menciona "la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas". No debemos pensar que todas las tradiciones y que toda la filosofía son malas. Por ejemplo, en mi familia tenemos una tradición de lavarnos los dientes dos veces al día. Esta tradición nos ha protegido de muchas caries. ¡Es una buena tradición!
El problema viene cuando nuestras tradiciones nos estorban para que no entendamos la Palabra de Dios. Las tradiciones humanas que menciona Pablo parecían razonables de acuerdo con la lógica humana, pero iban completamente en contra de la verdad de Cristo.
De igual manera, la filosofía en sí es simplemente la búsqueda de la verdad. El resultado de cualquier filosofía depende de su punto de partida, y las suposiciones que la guían. Hoy en día hay buenos filósofos cristianos que usan sus mentes para pensar bíblicamente acerca del mundo y la existencia humana.
Nos hacen falta más filósofos cristianos evangélicos que sean latinos. Quizás alguno de nuestros hijos estudie y se prepare para esto. ¡Qué bueno sería! Necesitamos buenos filósofos y buena filosofía, porque hay muchas malas filosofías, filosofías vanas y engañosas, que distraen a las personas y las alejan de Dios. Es contra estas filosofías que tenemos que estar en alerta.
Pero tú dirás: "¡Yo no soy filósofo! Ni sé de qué hablas. Esto no tiene nada que ver conmigo." Quizás no uses la palabra, pero la verdad es que todos somos filósofos. Todos tenemos una forma de ver el mundo, y ciertas creencias acerca de nuestra vida y nuestro propósito en vivir. Esa es nuestra filosofía. La filosofía simplemente consiste en las respuestas que damos a las preguntas básicas de la vida: ¿Por qué existo? ¿Para qué es la vida? ¿De dónde vine, y adónde voy?
Aunque no conozcamos sus nombres, hay muchas filosofías vanas que cunden en la tierra y confunden a muchas personas. Por ejemplo, una filosofía que afecta a muchos es la filosofía del materialismo. Filosóficamente hablando, el materialismo es la idea de que el mundo material es todo lo que existe.
El materialismo puro niega la existencia de Dios, porque no se puede comprobar usando los instrumentos de la ciencia. No se puede ver, medir o palpar. Incluso niega la existencia de las almas personales. Según el materialista, lo que nosotros creemos que son personas y almas sólo son, en realidad, el resultado de las reacciones químicas que suceden en nuestros cerebros. La materia es todo lo que existe, según esta filosofía.
Muchas personas, aunque digan que creen en la existencia de Dios, viven como si el materialismo fuera cierto. Actúan como si la vida sólo se tratara de lo material, como si el propósito de todo sólo tuviera que ver con lo que se puede palpar y observar. Esta es una filosofía vana, porque no puede contestar las preguntas más básicas. No puedo decirnos de dónde salió todo lo que existe. No puede decirnos por qué hay algo en lugar de nada.
En las palabras del pasaje, es una filosofía "no conforme a Cristo". Cristo es el origen y Creador de todo; el materialismo no nos dice de dónde salió nada. Cristo es el propósito y fin de todo; el materialismo nos dice que el mundo no tiene propósito ni fin. Por lo tanto, tenemos que reconocer que el materialismo puro es una filosofía vana y engañosa.
La filosofía que enfrentaban los colosenses era diferente, pero igualmente vana. Según esta filosofía, para llegar a Dios, había que satisfacer a toda una serie de espíritus angelicales. Para hacer esto, se tenía que seguir una lista de instrucciones que combinaba ciertos aspectos del judaísmo con creencias paganas.
Había ciertas cosas que Dios le mandó a su pueblo en el Antiguo Testamento que servían para señalar hacia la venida de Cristo. Después de la venida de Cristo y el establecimiento del nuevo pacto entre Dios y nosotros, estas cosas ya no eran necesarias. Sin embargo, la vana filosofía que se enseñaba en Colosas decía que estas cosas seguían siendo necesarias para complacer a los ángeles.
Según lo que podemos deducir de esta filosofía, había ángeles que se tenían que complacer por medio de estas prácticas. Si uno no cumplía con alguna de las reglas, no podría avanzar al siguiente nivel espiritual y nunca llegaría a Dios. Según esta filosofía, Cristo no es suficiente. Hay muchos otros espíritus que tenemos que complacer y conocer para llegar a Dios.
Esta filosofía ya no existe, pero es interesante ver cuántas personas aún creen algo parecido. Tienen alguna clase de fe en Jesucristo, pero también incluyen a muchos otros seres en su sistema de creencias. Para cada necesidad hay una persona diferente que supuestamente les puede ayudar. Quizás les llamen santos, o ángeles, o por algún otro nombre.
Pero en su creencia, su filosofía, está la idea de que Cristo no es suficiente. También necesitamos a otros para salir adelante, para estar bien, para llegar a Dios. Frente a esto, Dios nos dice: ¡Cuídense! Cuídense de cualquier filosofía que parezca lógica según las ideas humanas, pero que no vaya de acuerdo con la verdad de Cristo.
La próxima semana veremos por qué Cristo es la solución verdadera. Pero me he extendido un poco en este punto porque muchos de nosotros no tenemos la costumbre de pensar acerca de lo que creemos. No hemos aprendido a amar a Dios con toda nuestra mente. Si realmente vamos a amar a Dios con nuestra mente, tenemos que aprender a pensar y analizar lo que creemos a la luz de su Palabra, para ver si lo que creemos es verdad o mentira.
Como dice el verso 3 de este capítulo, es en Cristo que "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento". La única filosofía verdadera es la que se basa en conocer a Cristo. Cuando conocemos a Cristo, llegamos a ver toda la vida desde la perspectiva de su verdad.
Llegamos a comprender que existimos para El, que nuestra familia es para Él, que nuestro destino está en El, que nuestra protección viene de Él, que nuestro éxito viene de El - ¡todo es de El! Dile hoy a Cristo que quieres aprender a pensar acerca de la vida según su verdad, y no de acuerdo a tus propias ideas. Pídele que te ayude a reconocer las ideas falsas que se basan en tradiciones humanas, y que no van de acuerdo con la verdad viviente. Comprométete en cuidar tu mente, y amar a Cristo con él.