Hace años, después de haber caminado por las calles de Nueva York, agotado, cansado en alma y cuerpo, desarrollé mononucleosis. Terminé en el hospital por un periodo de seis semanas y desarrollé un bulto en la garganta. No podía tragar y a veces ni siquiera podía recuperar el aliento. Mi peso se redujo a poco menos de 52 kilos. Como no podía viajar, todos los ingresos del ministerio rápidamente se agotaron y parecía que había llegado el fin de Teen Challenge.
Recuerdo la noche en que clamé en desesperación: “¡Señor, me rindo! Teen Challenge es todo Tuyo. Simplemente voy a confiar en Ti. Si quieres que las puertas del ministerio se cierren, es Tu negocio. Pero por favor, Dios, ¡Saca esta cosa de mi garganta!”. Al cabo de una hora escupí un bulto carnoso del tamaño de una nuez grande.
Salí del hospital en un día o dos, y pronto volvieron mis fuerzas. Y descubrí que mientras yo estaba fuera, Teen Challenge había sobrevivido! No sé cómo lo hizo el Señor, pero mientras estaba enfermo, el personal comenzó a confiar en el Señor en lugar de mirarme a mí. ¡Y eso era lo que Dios estaba tratando de lograr!
Amado, tus problemas no son accidentes imprevistos. No importa lo que estés pasando, no importa cuan profundo sea tu dolor, Dios da justo en el blanco y siempre a tiempo.
Podrías pensar que el diablo entró e interrumpió el plan de Dios para tu vida, diciendo: “Déjamelo a mí”, pero no, ese no es el caso. No importa si hiciste algo estúpido o descuidado. Si te has arrepentido, el Señor puede utilizar todo lo malo para tu bien.
No te concentres en tus errores pasados, quita tus ojos de esos monstruos. Dios prometió restaurar todos los años que el pulgón ha comido. Anímate con estas palabras y deja que se conviertan en tu vida y esperanza: “Mi Dios puede hacer cualquier cosa, Él no se ha olvidado de mí, nadie puede cambiar Sus planes, no importa lo mal que parezcan las cosas, ¡Él tiene todo bajo control!”.