El verdadero reposo y la verdadera pureza
Cierto 24 de diciembre, una mujer se tomaba una siesta. Al despertar, le contó a su esposo un sueño que había tenido durante la siesta. "Mi amor", le dijo, "soñé que me regalaste un anillo con diamantes como regalo de Navidad. ¿Qué podría significar ese sueño?" Con una sonrisa misteriosa, su esposo le replicó: "Pronto lo sabrás".
Esa noche, su esposo se le acercó con una pequeña caja envuelta en un bello papel y se la entregó. Con mucha emoción, la mujer rápidamente abrió la caja. Adentró de la caja encontró un librito titulado: "El significado de los sueños".
¡Pobre señora! Se ilusionó, porque estaba confundida acerca del significado de lo que le dijo su esposo. El resultado fue una pequeña desilusión. En la Iglesia de Cristo, existe cierta confusión acerca del significado de algunas cosas también. En particular, muchas personas se confunden con respecto a las leyes acerca del sábado y las leyes de los alimentos.
Algunas personas reaccionan así: "Eso fue durante el Antiguo Testamento, pero ya pasó mucho tiempo y no se aplica a nosotros. Los tiempos son diferentes." Pero esta reacción no toma en cuenta el hecho de que, cuando Dios habla, su Palabra es eterna. Si hay algo que Dios manda y que ya no se aplica a nosotros, tiene que ser porque Dios, en su Palabra, nos ha enseñado porqué.
Otras personas dicen lo opuesto: "Cualquier cristiano que no guarda el sábado realmente no es cristiano", dicen ellos. "La ley del sábado es una marca indiscutible de cualquier persona que pertenece al pueblo de Dios." ¿Será esto cierto? ¿Tendremos aún que observar las leyes del Antiguo Testamento que nos exigían observar el sábado, y otras cosas?
El pasaje de hoy nos contesta estas preguntas. Es más, nos explica el por qué. Si comprendemos bien lo que Dios nos dice en este pasaje, no sólo sabremos qué hacer; también llegaremos a apreciar más a fondo quién es Jesús, y qué es lo que El hizo por nosotros. Abramos la Biblia en Colosenses 2, y leamos los versos 16 y 17:
Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo; cosas que sólo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo. Colosenses 2:16-17
Hay dos ideas claves en este pasaje que vamos a considerar en esta mañana. Ambas de ellas se aplican directamente a nuestra vida cristiana. No se tratan simplemente de imaginaciones o ideas raras. Estas son cosas que tienen que ver con nuestra forma de vivir.
La primera cosa importante que vemos aquí es que, como creyentes en Jesucristo, ya no estamos bajo la obligación de guardar ciertas leyes del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento había ciertos alimentos que la ley declaraba impuros. Los israelitas no los podían comer. Pero ahora, dice Pablo, estos ya no son asuntos morales. Ya nadie te podrá juzgar por lo que comes.
Si alguien te ve robar, con justa razón podrá decir: ¡Eso no está bien!, y llamar a la policía. Es un asunto moral. Si le dices una mentira a alguien, y luego se da cuenta, te podrá reclamar la mentira. Es un asunto moral. Pero si alguien te ve comer una chuleta de puerco, no te lo puede reclamar. No es un asunto moral.
Si alguien quiere seguir observando las leyes de alimento que tenían que observar los israelitas, por supuesto, lo puede hacer. Muchas personas todavía lo hacen, y disfrutan de muy buena salud. Pero el punto es éste: ya no estamos bajo la obligación de hacerlo.
Lo mismo, dice Pablo, se aplica a las fiestas del Antiguo Testamento, las celebraciones de luna nueva que marcaban el principio del mes, y también la celebración del sábado. En el Antiguo Testamento, la separación del sábado como día de reposo dedicado al Señor era una de las marcas principales que separaban a Israel como pueblo de Dios. Cuando ellos fallaban en guardar el sábado, deshonraban a su Dios.
Pero ahora, dice Pablo, esto tampoco es cuestión por la cual podamos ser juzgados. Recuerdo que, algunos años atrás, una hermana se me acercó con preocupación. Era nueva creyente, y estaba leyendo la Biblia - y la quería obedecer. ¡En esto nos da un gran ejemplo! Ella había llegado a Éxodo, y leía las leyes acerca del sábado.
Estaba preocupada porque su esposo trabajaba en el campo, y a veces se encontraba obligado a trabajar siete días a la semana. Ella se preguntaba: ¿será que estamos pecando contra Dios? ¿Nos castigará por trabajar en su día de descanso? La respuesta la vemos aquí: ya no estamos bajo la obligación de guardar el sábado como día absoluto de reposo.
¿Significa esto que ya no tenemos que asistir a la Iglesia? No, no significa esto. Hay otros versículos que nos exhortan a ser fieles en reunirnos con otros creyentes -Hebreos 10:25, por ejemplo: "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca."Pero si tú sales del culto y te vas a trabajar, no estás pecando; ya no estamos bajo la obligación de guardar el día de reposo como lo tenían que hacer los israelitas.
La primera cosa que aprendemos de este pasaje, entonces, es que ya no estamos bajo la obligación de guardar ciertas reglas del Antiguo Testamento - en particular, las leyes de los alimentos y del sábado. Es importante notar que éste no fue un invento del apóstol Pablo. Nuestro Señor Jesús enseñó lo mismo.
Acerca de los alimentos, leamos lo que dijo en Marcos 7:18-19 Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. Y Él les dijo*: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar.
Aquí Él dice que los alimentos no contaminan a la persona. Ahora, todos son limpios. En Mateo 12:8, Él se declaró Señor del sábado: "porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo." En el transcurso de su ministerio, El aflojó lo estricto que era el reglamento del sábado. Declaró que el sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
Lo que leemos en Colosenses 2:16, entonces, no es algo novedoso o extraño; es la consecuencia lógica de lo que Jesús enseñó. Es parte de nuestra libertad en Cristo. Ya no estamos bajo la obligación de guardar esos reglamentos en particular. Pero esto sólo es parte del asunto.
La segunda cosa importante que aprendemos de este pasaje es el porqué de este cambio. ¿Será que Dios es caprichoso? ¿Simplemente se cambió de idea? ¿Decidió que se había equivocado, y que mejor iba a cambiar las leyes? ¡Por supuesto que no! Dios no es caprichoso. Él lo sabe todo, y toma todas sus acciones con absoluta sabiduría.
El versículo 17 nos explica por qué cambiaron las cosas, y por qué ya no estamos bajo la obligación de guardar las leyes de alimentos y del sábado: "Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo."
Imagina, por un momento, a un niño cuyo padre está por llegar de un largo viaje. El niño lo espera con ansias. Por fin, ve una sombra que se acerca por la acera. ¡Es su papá! No lo ve todavía, pero sabe que está a la vuelta, y que ya llegará. Estos reglamentos del Antiguo Testamento eran como aquella sombra. Anunciaban la llegada de Cristo.
Ahora que Él ha llegado, no hay que fijarnos en la sombra. Hay que fijarnos en la persona que esa sombra anunciaba, nuestro Salvador Jesús. Pero entonces, ¿en qué sentido servían como sombra que anunciaba la llegada del Salvador? Es muy sencillo. Las reglas de los alimentos se relacionaban con la pureza, y la ley del sábado tenía que ver con el reposo. Cristo es nuestra pureza, y nuestro reposo.
Consideremos estas cosas un poco más. Dios le prohibió a su pueblo comer ciertos alimentos porque eran impuros. En otras palabras, al evitar el consumo de ciertas clases de carne, el pueblo demostraba su compromiso con mantenerse puro para su Señor. Guardaban una pureza física.
Pero ahora, nuestra pureza está en Cristo. Hebreos 10:19-22 lo expresa muy bien: Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura.
Por fe en Jesucristo, con la transformación del corazón que el bautismo representa, nuestra conciencia es purificada y podemos acercarnos confiadamente a Dios. La pureza del creyente no viene de evitar ciertos alimentos, sino que viene de un corazón transformado por la fe en Jesucristo, lavado en su sangre y limpiado por el Espíritu Santo.
Si te sientes sucio, no vas a limpiar tu corazón con cosas externas, como evitar el consumo de ciertos alimentos. Sólo puedes tener un corazón limpio confesando tu pecado a Cristo, y recibiendo por fe la purificación del corazón que Él te ofrece. Nuestra pureza está en Cristo.
De igual manera, Cristo es nuestro reposo. Después de crear el mundo, Dios descansó. Le dio el día sábado como día de reposo a su pueblo para que ellos compartieran su descanso. Él nos invita a compartir su descanso también, pero no es sólo el día sábado. Cristo mismo nos hizo la invitación: "Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso." (Mateo 11:28)
Ahora, nuestro descanso está en Cristo. Todos los días, nuestro corazón puede descansar confiado en su obra completa en la cruz. Aunque trabajemos duro para sostener a nuestra familia, aunque nuestros días se llenen de ocupaciones, podemos descansar seguros en el centro de nuestro corazón, sabiendo que todo estará bien, porque estamos con Cristo.
Un hombre manejaba su camión por un camino de lodo cuando vio a un anciano que llevaba una pesada carga. Lleno de compasión, detuvo el camión y se ofreció a llevarlo. El anciano se subió a la caja del camión, y continuaron por el camino.
Después de unos momentos, el conductor miró por el retrovisor y observó al anciano, sentado en la caja del camión, ¡con la carga pesada todavía sobre sus hombros! El camión lo llevaba, pero no estaba descansando. Hermano, Cristo ofrece llevarte. El ofrece llevar tus cargas. ¡No las lleves más! Echa tus cargas sobre El, y descansa.
Quizás el mensaje de hoy contestó algunas preguntas que tenías. Hay mucha confusión entre creyentes acerca del sábado y las leyes de alimentación. Pero espero que algo más te haya sucedido. Espero que ahora aprecies más lo que Cristo es para ti y para mí. ¿Lo conoces? ¿Has permitido que El purifique tu corazón? ¿Descansas en El?
Si necesitas más de Cristo en tu vida, díselo hoy. Recibe por fe lo que necesitas de El para ser puro y para descansar. Cristo es nuestra pureza y nuestro reposo. Recíbelo hoy.