Nuestro Señor, en efecto, nos dice que la verdad es la característica preeminente de Su reino, y que Su poder real en los corazones de los hombres, es a través de la verdad. Ahora, el testimonio de nuestro Señor entre los hombres, fue enfáticamente sobre asuntos vitales y reales. No trató con ficción, sino con hechos reales; no con trivialidades, sino con realidades infinitas. No habla de opiniones, puntos de vista, o especulaciones, sino de verdades infalibles. ¡Cuántos predicadores desperdician su tiempo sobre lo que puede o no puede ser! El testimonio de nuestro Señor fue preeminentemente práctico y positivo, lleno de verdades y certezas.
Algunas veces, al estar escuchando un sermón, he deseado que el predicador fuera al grano, y que tratara con algo realmente relacionado con el bienestar de nuestras almas. ¿Qué importancia tienen los miles de temas triviales que revolotean a nuestro alrededor, para hombres que se están muriendo? Tenemos al cielo o al infierno delante de nosotros, y la muerte a tiro de piedra; por Dios, no malgasten el tiempo con nosotros, sino ¡dígannos la verdad de una vez! Jesús es rey en las almas de Su pueblo, porque Su predicación nos ha bendecido de la manera más grande y real, y nos ha dado el descanso en asuntos de ilimitada importancia. Él no nos ha dado piedras bien labradas, sino pan real. Hay mil cosas que ustedes tal vez no sepan, y se habrán perdido de muy poco por no saberlas; pero, oh, si ustedes no conocen lo que Jesús ha enseñado, no les irá bien. Si ustedes son enseñados por el Señor Jesús, tendrán un descanso de sus afanes, un bálsamo para sus aflicciones, y la satisfacción de sus deseos. Jesús da la verdad que necesitan conocer los pecadores que creen en Él: la garantía del pecado perdonado por medio de Su sangre, el favor asegurado por Su justicia, y el cielo obtenido por Su vida eterna.Spurgeon