La otra historia
por Patina
En las mañanas silenciosas,
en las que el viento nos acerca el aroma a tierras sembradas y frutos silvestres
se oye el latir de millones de corazones, bajo nuestro suelo.
Son los hijos de esta tierra, hermanos de los juncos y el irupé,
que renacen en cada hoja verde, palpitan en cada puma,
Y desde los ojos del cóndor andino, protegen las inmensas montañas.
Sus almas han permanecido talladas en las rocas.
Almas inmortales, de pies descalzos enraizados al suelo.
Dicen que un pueblo civilizado les hizo un trueque.
Les cambió la frescura de sus atardeceres,
por el frío de los bosques talados y el agujero de ozono.
Les cambió bendiciones por oro, espejos por almas mutiladas.
Los sedujo con telas suaves y les impuso delicadas enfermedades.
Poco a poco se vieron privados del canto, la danza, el llanto y el aliento.
Y se les curtió el alma, convirtiéndose en extranjeros y fugitivos,
en su propia tierra.
Profanando la tierra con su sangre,
dejándolos desfallecientes, en los brazos enfermos de la Pachamama.
Pero hay mañanas silenciosas, como la de hoy,
en las que podemos escuchar sus latidos, y compartimos el secreto:
No están muertos, han vuelto a la vida.
Y aquellos que entendemos su lenguaje,
leemos en sus ojos de hoy, tan esquivos, tan transparentes,
un relato oculto y verde que ha permanecido intacto,
que ha permanecido grabado en las hendiduras de las rocas
que fue tallado en árboles de piedra
Es un relato poco conocido, el relato de “la otra historia”
Corregido Junio 2013