Tu semblante se asemeja a los ajados pétalos de las flores que en tiempo de estío fenecen en mi jardín.
Arremeto contra quienes proliferan sus continuas muestras de felicidad, me es difícil concebir alegría cuando en tu ser sólo se funden penas.
Por devolverte la risa soy capaz de casi todo.
Me disfrazaría de locuaz vino para embriagar tu tristeza, con las manos cubierta de plumas acariciaría tus pómulos para ver emerger de tus labios una delicada sonrisa ,cubriría mis ojos de lágrimas si con ello los tuyos se enjugaran para siempre.
Al hacer todo esto no soy más que un ser egoísta, pues no lamento tanto lo que te haces, sino más bien el daño que produce tu dolor en mí.
Pero si sirve este egoísmo para devolvernos a ambos el vedado gozo, quiero seguir siendo ambiciosa, proclamando cual pregonera de esperanzas, que devuelvan el arqueado sabor a tus labios.
Deseo que vuelvas a encontrar en la vida razones para vivir, y aunque tu dios es pequeño , yo pido al mío que es muy grande que esparza sobre tu aflicción una suave lluvia de alegría, que siembre en tu desaliento semillas de felicidad que han de brotar al arrullo de las caricias de quienes bien te aman.
Quiero devolverte lo que te han robado. Quiero mostrarte el camino de vuelta a casa.
Hoy echo de menos lo que en su día fluyó de manera natural, sin comedimientos, simplemente con sencillez.
Hoy hago mía las palabras del poeta cuando proclama:
Tu risa me hace libre, me pone alas.
Soledades me quita, cárcel me arranca.
Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea.
Es tu risa la espada más victoriosa.
Vencedor de las flores y las alondras.
Rival del sol. Porvenir de mis huesos
y de mi amor .
Miguel Hernández
Autor: Yolanda Tamayo