HANS IM GLUCK 

 MENSAJE DE NAVIDAD

   Próximos a una Navidad, tiempo atrás, hablábamos con mi esposa sobre el armado del arbolito en la empresa y en casa. Nos llamó la atención que no tenemos adornado el ambiente donde trabajo ni donde vivo con los tradicionales signos navideños, con los adornos.

No se me ocurrió pensar en estos símbolos externos. Me pregunté qué de especial estaba sucediendo. Qué tipo de Navidad estaba viviendo en mi corazón en este año, que tipo de Navidad estaba preparándome yo para recibir en unos pocos días.

Le decía a mi esposa que es como una revisión de cómo fue mi último año espiritual, de las cosas que he vivido, todas muy importantes y radicales; sin dudas este no fue un año que pasó intrascendente y la necesidad de mirarme hacia adentro, de buscar a Jesús adentro mío, reconociendo sin lugar a dudas que sin Jesús no existe Navidad.

Claro que más allá de la cuestión espiritual y de mi relación con Dios, más allá de sentir el Nacimiento dentro mío, también hay una cuestión familiar que uno valora muchísimo, la posibilidad del reencuentro. Si Dios lo permite tendremos una “noche buena” con familia y amigos muy especiales; también vendrán algunas personas que están solas y van a compartir con nosotros para que esta fiesta no sea una ocasión de tristeza para ellos.

Y bueno, pasaremos una noche que seguramente será agradable, con brindis y con abrazos, con recuerdos y con música, con comentarios sobre navidades anteriores…

…¿pero qué pasa adentro mío?...

¿Cuál es la Navidad que yo estoy viviendo? ¿Cómo la está viviendo mi corazón? ¿Cuál es la alegría, la esperanza que me permite imaginar un pesebre vacio y una panza que dentro de poquito tiempo va a permitir que el niño Dios, el Mesías, el Redentor, aquel que va a reconciliar mi vida con Dios, vuelva otra vez a cumplir años?

¿Qué es la Navidad para mí?

Me lleva a escribir este mensaje la motivación de pensar y acompañarte a reflexionar a vos también sobre qué es la Navidad en tu vida.  Te imagino escuchando o leyendo este mensaje y me muero de ganas de preguntarte qué significado especial e intimo tiene para vos esta fecha.

Para mucha gente es sinónimo de tristeza, de recuerdo de personas y familiares que ya no están; hay otros que la van a vivir en soledad; en algunos casos por primera vez porque por ahí el papá, la mamá,  el hijo o el compañero de toda la vida ya no están cerca de uno…

¿Qué es la Navidad para vos?

¿Cómo está preparándose tu corazón para esta fiesta?

Me acordaba de un cuento alemán que como tantas historias tiene un mensaje del que se puede sacar un aprendizaje; se llama “Hans im gluck” y tiene como búsqueda el reconocer el verdadero significado de la felicidad.

Con un mano en el corazón, en una escala del 1 al 10 ¿tu termómetro de felicidad en qué nivel esta?

¿En 5, en 4 o en 8…?

¿y de que depende, en todo caso, que ese termómetro suba o baje su temperatura?.

¿Qué es lo que has tejido en este último año alrededor de la alegría, de la felicidad?

¿Qué es lo que alimentó en este año a tu corazón?

Un filósofo decía que adentro de cada ser humano hay un perro blanco y un perro negro en permanente estado de lucha. Su discípulo le preguntó al filósofo: “ maestro, ¿quién va a ganar en una pelea?- y éste respondió – “aquel de los dos al que vos alimentes”.

“Si vos alimentaste al perro blanco va a ser ese el que gane la riña, pero si alimentas al negro, será éste quien derrotara al otro animal…”

Si este mismo alumno te pregunta: “¿a qué animal estás alimentando?” ¿Cuál sería tu respuesta?

Posiblemente puedas hacer un balance sobre cuantos días de tristeza, de objetivos vanos, de momentos agradables, de amor o de cariño tuviste.

En el cuento, Hans es felíz cuando encuentra una pepita de oro.

Él está en la montaña caminando con sus ovejas cuando ve allí algo que brilla y descubre que es una pepita de oro, entonces la pone en sus manos porque sabe que tiene un valor que puede llegar a cambiar su vida.

Pero después se termina dando cuenta de que este metal precioso no lo hará feliz y entonces dice “mejor lo voy a cambiar por otra cosa” y así lo termina cambiando por un caballo.

Pero después se da cuenta que el caballo tampoco es un bien que lo hará feliz y termina cambiándolo por una vaca.

“Ahora si”- dijo – “con esta vaca voy a tener lo que necesito y podré ser feliz”-.

Pero más tarde se da cuenta de que está nueva adquicisión tampoco lo llena espiritualmente y cree que por ahí un cerdo si… termina canjeando al cerdo por un ganso… pero la historia sigue y termina reemplazando al ave por una piedra confortándose a sí mismo y diciendo: “esta piedra completa la felicidad que necesito”.

Con cada cambio tiene momentos de felicidad porque recibe algo nuevo, pero siempre eso que tiene en sus manos termina siéndole molesto, le resulta incomodo y haciéndolo sentir vacío. Ese bien material le impide, de alguna forma, ser feliz. Siempre vuelve a resultarle una carga.

Finalmente, jugando con su piedra en la mano que ya le está fastidiando demasiado, camina cerca de un espejo de agua y se le termina cayendo de las manos de una forma accidental. Cuando la piedra se le cae al agua Hans se siente el hombre más feliz de la tierra.

Cuando ha soltado todo, cuando se siente libre, entonces encuentra la felicidad que estaba buscado y que no halló en ninguno de los bienes materiales que había tenido antes.

Hans no lamenta la pérdida de lo que dejó si no que aprende a disfrutar el momento, Hans im gluck aprende la felicidad.

Al comienzo de su camino piensa que la felicidad consiste en la riqueza, después en la fuerza, luego en el goce, en el éxito, pero poco a poco aprende que él es tanto más feliz cuando más se desprende de las cosas, cuando se tiene solamente a sí mismo, cuando puede disfrutar libremente sus caminos y la belleza del mundo.

Entonces, Hans termina descubriendo que ahora que no tiene nada, cuando ya no hay cosa que lo ate, ahora que su felicidad no depende de ningún bien material y es libre, ahora es feliz.

Yo creo que, posiblemente en tu caso al igual que en muchos aspectos pasa conmigo, somos buscadores de felicidad, de paz interior. No sé cual será tu balance ni cuanto buscaste la felicidad en este año que termina.

¿Lo intentaste invirtiendo en un televisor LCD nuevo?

¿En el cambio de vehículo?

¿Invirtiendo en  unas vacaciones?

¿Qué es eso que tenés en tus manos? ¿en donde terminás depositando toda tu energía pensando que la felicidad está en eso, para después reconocer como Hans que termina no siendo tan así?

Jesús decidió nacer pobre, en la miseria. Todos podemos ver en estas vísperas esa imagen que en Argentina llamamos “pesebre” y que en otras partes del mundo se llama “nacimiento”; allí pueden verse a María, a José y a Jesús en un galpón rodeados de animales, sobre una camita de paja; ahí eligió nacer Jesús, sin nada.

Posiblemente lo hizo para que podamos entender entre otros valores humanos que la oportunidad que Él nos da está en poner el acento en encontrar la felicidad vaciándonos de nosotros mismos y liberando nuestras manos, vaciando nuestro corazón de pesadas cargas, reconciliándonos con aquellos seres queridos con quienes estamos distantes y empezando a vivir la esperanza de un tiempo nuevo a partir de recordar un nuevo nacimiento.

Jesús nace todos los días que vos quieras permitir que nazca.

Recuerdo un artículo que menciona a Agustín de Hipona del S. IV dC.

San Agustín decía “ama y haz lo que quieras”.

Navidad puede significar tiempo de reconciliación y de encontrar una autentica alegría; puede ser un etapa ideal para intentar vaciarnos a nosotros mismos permitiendo que el momento, aquello que estamos viviendo ahora, nos inunde; nada puede entrar en un lugar donde hay otros valores ocupando; para que podamos recibir tenemos que vaciarnos, debemos tener espacio en el interior.

Vaciate de todo aquello que este año fue chatarra, espejitos de colores, brillantina sin sentido.

Empezá a proponerte que este año espiritual que comienza con esta Navidad tenga un sentido distinto para vos.

Por lo menos es mi objetivo.

Este año 2012 ha sido para mí un año de profundas transformaciones y revalorizaciones, de aprender quién soy, de identificarme, de saber quién es Héctor, más allá de lo que diga mi documento de identidad; de pararme sobre mis pies y descartar todo aquello de mi vida que me tiene atado.

Espero que así sea también para vos.

Dios te bendiga

Feliz Navidad

HECTOR SPACCAROTELLA

RÍO GALLEGOS, ARGENTINA.

tiempodevocional@yahoo.com.ar

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