Pastor Tony Hancock
Una misionera, conocida de nuestra familia, tuvo una experiencia insólita. Hacía poco que llegaba al Perú, y no hablaba muy bien el español. Por algún motivo, tuvo que ir al centro de Lima. Con mucho cuidado, memorizó el lugar de la parada del autobús que la llevaría a casa, y se dirigió hacia su destino en la ciudad.
En eso, estalló una de las manifestaciones que eran tan comunes en la Lima de aquellos años. Por un lado estaban los manifestantes, con la piedra en la mano, amenazando violencia; por el otro lado estaban los policías, con sus escudos antimotines y gas lacrimógeno. En medio había una gran masa de gente desesperada por escaparse de la revuelta.
Llevada por la corriente de personas que huían de la escena, nuestra amiga pronto se encontró en un lugar desconocido de la ciudad. Allí estaba: cerca de una manifestación, perdida en la gran ciudad y sin hablar bien el idioma. La historia podría haber terminado muy mal.
De repente, se le acercó una mujer que jamás había visto y le dijo: Sígame. Sin titubear, ella se fue caminando detrás de la mujer, quien la llevó caminando algunas cuadras y luego le dijo: Ve por esa calle, y estarás a salvo. Ella se fue caminando por donde le había señalado la mujer, y pronto se encontró en la parada del autobús que la llevaría a casa.
Al contar la historia después, ella estaba segura de haber tenido un encuentro con un ángel. ¿De qué otra manera se explicaba lo que le había sucedido? No estoy consciente de haber visto jamás un ángel, pero he conocido a varias personas que aseguran haberlo hecho. Los ángeles están activos en la vida de los seguidores de Jesús, y hoy vamos a aprender de ellos.
¿Qué son los ángeles? Son seres inteligentes y espirituales. Nos los imaginamos con alas, pero cuando la Biblia los describe, en la mayoría de los casos simplemente se parecen a los seres humanos. Aparentemente no tienen cuerpos propios, pero pueden tomar temporalmente la apariencia humana.
Aunque son muy inteligentes y muy poderosos, los ángeles no son dioses. Quiero que recuerdes esto acerca de los ángeles: son seres creados. No son eternos, ni han existido siempre. Tuvieron un comienzo, y fueron creados por Dios. Leamos Colosenses 1:16 "Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él." Aquí nos dice que, por medio de Jesucristo, todo fue creado - incluyendo los ángeles.
Pablo los describe aquí como tronos, poderes, principados y autoridades. Cuando Dios los creó, les dio diferentes posiciones de autoridad sobre distintos aspectos del universo. La Biblia no nos explica todo esto con detalle, y es bueno no entrar en vanas especulaciones. Pero lo que vemos con mucha claridad es que, aunque los ángeles son grandes y poderosos, no están a la altura de Dios. Son sólo seres creados, como nosotros.
La Biblia nos dice algo más acerca de los ángeles. Lo encontramos en Hebreos 1:14 "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?" Los ángeles son espíritus, pero tienen un propósito: están dedicados al servicio divino. Sirven a Dios de diferentes maneras; algunos lo alaban alrededor de su trono, mientras otros, como dice aquí, son enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación.
Parece increíble, pero ¡Dios manda a estos seres tan majestuosos y poderosos para ayudarnos a nosotros! Esto debe traernos un gran consuelo. Cuando caminamos por este mundo peligroso e inseguro, no estamos solos. Dios tiene ángeles que nos cuidan, muchas veces sin que nos demos cuenta.
Pedro Marshall sirvió como capellán del Senado de los Estados Unidos hasta su muerte en 1949. En la biografía que escribió de su vida, su esposa recuenta algo que le sucedió en su juventud. Salió caminando hacia su casa de un pueblo vecino en una noche muy oscura. Pensando tomar un atajo, se alejó del camino y empezó a caminar por los campos.
De repente, oyó una voz que llamaba con urgencia su nombre: "¡Pedro!" Se detuvo. "¿Quién es? ¿Qué quiere?" Se detuvo para escuchar la respuesta, pero no oyó nada - sólo el soplo del viento. Los campos parecían estar totalmente abandonados. Pensando que quizás lo que había oído era solo el viento, siguió caminando.
Volvió a escuchar la voz, que decía con más urgencia su nombre: "¡Pedro!" Se paró, tratando de penetrar con su vista la densa oscuridad, pero de repente se tropezó y cayó de rodillas. Extendiendo la mano para sostenerse, sus dedos no tocaron nada. Con mucho cuidado, palpó a su alrededor, y por fin se dio cuenta de lo que había sucedido. Estaba al borde de una cantera abandonada. Sólo un pasó más, y se habría caído a una muerte segura.
¿Cuántas veces te habrán protegido los ángeles, sin que te dieras cuenta? Si eres hijo de Dios, te están cuidando. Esto no es pretexto para hacer cosas imprudentes; de hecho, una de las tentaciones que usó el enemigo contra Jesús fue la de lanzarse al vacío, confiando en que los ángeles lo sostendrían.
Pero puedes saber que Dios tiene ángeles a su disposición que Él puede mandar para socorrerte, cuando tú los necesites. ¡Qué maravilloso es tener esta seguridad! Los ángeles están al servicio de Dios, para nuestro bien.
Cuando leemos la Biblia, descubrimos que los ángeles no sólo ayudan a los hijos de Dios; también han servido para traer mensajes a la humanidad. Por ejemplo, Dios envió al ángel Gabriel para anunciarle a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista, y a María el nacimiento de Jesús. También envió un ángel para guiar a Juan el apóstol, cuando recibió las visiones del Apocalipsis.
Pero hay algo muy importante. Cada vez que un ángel se comunica con un ser humano en la Biblia, su propósito es enseñarle algo acerca de Dios y su plan. Los ángeles no se aparecen simplemente para platicar, o para decirnos lo que nosotros queremos escuchar. Mucho menos se aparecen para decirnos que hagamos cosas que van en contra de la voluntad de Dios.
Tenemos que recordar algo. Después de ser creados, algunos de los ángeles se rebelaron contra Dios. El líder de ellos es Satanás, y hay muchos que lo siguieron. Ahora los conocemos como demonios, pero no siempre lucen feos. Observa lo que dice Pablo acerca de su líder en 2 Corintios 11:14 "Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz." Satanás mismo se puede disfrazar como ángel de luz.
Es por esto que Pablo dice en Gálatas 1:8 "Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!" Algunos de los fundadores de falsas religiones supuestamente han recibido sus revelaciones por medio de ángeles. El simple hecho de que un ángel diga algo no lo hace verdad. Dios nos ha dado su Palabra, la Biblia, como autoridad absoluta para juzgar cualquier otra revelación.
Hay también personas que adoran a los ángeles. Se enfocan más en los ángeles que en Dios mismo. Se fascinan con los ángeles, yendo mucho más allá de lo que la Biblia nos enseña acerca de ellos. La Biblia habla de ellos en Colosenses 2:18-19 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.
Los falsos maestros que habían llegado a Colosas creían que sólo se podía llegar a Dios a través de una larga serie de ángeles. Tenían una falsa humildad, diciendo: "Yo no me siento capaz de ir directamente a Dios. Por eso siempre voy por medio de los ángeles."
Aunque la forma particular de enseñanza falsa que ellos llevaban ha pasado al olvido, muchas personas siguen cometiendo el mismo error. Todavía hay muchas personas que ponen más interés en los ángeles que en Dios mismo. Cuelgan un ángel del retrovisor de su auto. Tienen conversaciones con su ángel de la guarda.
Incluso también hay muchos que dicen: "Yo no me atrevo a hablar directamente con Dios. ¡No soy digno! Por eso busco algún otro intermediario." Pero ¿cuál es el resultado de todo esto? Lo dice el versículo: "No se mantienen firmemente unidos a la Cabeza" (v. 19). Cuando nos fascinamos con los ángeles, perdemos la conexión con Jesucristo - y Él es el único modo de llegar a Dios.
La humildad que dice: "Yo no soy digno de hablar con Dios", es una humildad falsa. Es falsa, porque Dios mismo nos ha invitado a entrar en una relación con El. Dios mismo nos ha extendido la mano en la persona de Jesucristo. Por esto, buscar otro modo de llegar a Dios es rechazar la oferta que Dios mismo nos hace.Es una ofensa a Dios.
Cuando Juan recibió las revelaciones del Apocalipsis, un ángel fue su guía. Al final de todo lo que vio, se arrodilló para adorar al ángel. Pero el ángel le respondió: "¡No, cuidado! Soy un siervo como tú, como tus hermanos los profetas y como todos los que cumplen las palabras de este libro. ¡Adora sólo a Dios!"(Apocalipsis 22:9) Los ángeles no deben ser adorados, y los ángeles verdaderos rechazan la adoración.
Un pastor fue a visitar a una señora anciana de su Iglesia que estaba a punto de morir. Cuando empezó a conversar con ella, la señora sólo tenía una pregunta - se trataba de "estos hombres". "¿Cuáles hombres?" - preguntó el pastor. La mujer le respondió que constantemente veía a dos hombres, vestidos de blanco, parados al pie de su cama.
"No sé qué decirles", dijo la mujer. "¿Qué les diré si me hacen alguna pregunta?" Después de pensarlo un rato, el pastor le respondió: "Diles que le perteneces a Jesús." Con esto, la mujer se quedó contenta; poco después, pasó a la presencia del Señor -acompañada, seguramente, por los dos ángeles.
Los ángeles de Dios están al cuidado de los suyos, no menos en la hora de su muerte; pero sólo Jesús nos puede asegurar la entrada a la presencia de Dios. Los ángeles nos podrán acompañar en ese momento, pero es sólo por la fe en Jesús que podremos entrar al cielo. Debe darnos mucho ánimo el saber que hay ángeles cuidándonos, pero nunca debemos poner nuestra confianza en ellos. Sólo Jesús puede salvar.