La desgracia crea en ciertas almas un vasto desierto en el que resuena la voz de Dios. Honoré de Balzac
Desierto, desierto os digo: No podréis conmigo. Aunque estas estériles arenas me golpeen el alma no dejaré de caminar contracorriente hasta encontrar el oasis más propicio.
Sé que no logro cambiar mis circunstancias, ¿quién me condujo a este peregrinar?, ¿quién me trajo hasta aquí? Como criatura perdida sólo puedo avanzar, avanzar y atravesaros.
Vislumbro que este perverso trecho es necesario y no me dejaré engullir por vuestra abrasadora grandeza.
Entre las dunas encuentro a veces alguna flor inmaculada y blanca que me anima a proseguir, me consuela. Si ellas viven, yo viviré.
Desierto, desierto os digo: No siempre transitaré perdida estos suelos despoblados de alicientes. No sois más que un lazo de unión entre las tierras fértiles que os circundan, a cuyo hallazgo voy. Tengo la fe precisa para encontrarlas.
Esta sequedad de aliento, este calor intenso que me abrasa de día y el frío nocturno que me hiela no durarán siempre.
Estoy hecha para sobrevivir, ya lo he probado. Mi corazón se hace grande incluso sintiendo la soledad que habita en vuestras rocas.
Sin ser yo una mujer fuerte, la esperanza germina, me alimenta.
Desierto, desierto os digo: No dejaré de alabar a vuestro Creador. Mis canciones se oirán a lo lejos y me responderán los pájaros rapsodas.
Algún día cederá el impulso del viento del este que me viene en contra. Polvo y ceniza.
Algún día se disiparán las sombras.
Algún día las colinas dejarán de ocultarme el horizonte. Algún día lloverá, lo sé.
Brotarán las semillas que sepultan vuestras entrañas. Mientras tanto, os regaré al pasar con el sudor de mi fe. Humedeceré vuestros senderos con la sal regalada que va conmigo.
Desierto, desierto os digo: No desfalleceré en medio vuestro. El pasado, pasado queda.
Llego al borde. Me voy. Ya sois para mí una senda abandonada.
Oigo acercarse a Dios que me sale al encuentro, que me llama de lejos, que me extiende los brazos, que humedece mis agrietados labios, que nunca defrauda, que me dice te quiero, que me devuelve a la vida.
Desierto, desierto os digo: No podréis conmigo. Aunque estas estériles arenas me golpeen el alma no dejaré de caminar contracorriente hasta encontrar el oasis más propicio.
Sé que no logro cambiar mis circunstancias, ¿quién me condujo a este peregrinar?, ¿quién me trajo hasta aquí? Como criatura perdida sólo puedo avanzar, avanzar y atravesaros.
Vislumbro que este perverso trecho es necesario y no me dejaré engullir por vuestra abrasadora grandeza.
Entre las dunas encuentro a veces alguna flor inmaculada y blanca que me anima a proseguir, me consuela. Si ellas viven, yo viviré.
Desierto, desierto os digo: No siempre transitaré perdida estos suelos despoblados de alicientes. No sois más que un lazo de unión entre las tierras fértiles que os circundan, a cuyo hallazgo voy. Tengo la fe precisa para encontrarlas.
Esta sequedad de aliento, este calor intenso que me abrasa de día y el frío nocturno que me hiela no durarán siempre.
Estoy hecha para sobrevivir, ya lo he probado. Mi corazón se hace grande incluso sintiendo la soledad que habita en vuestras rocas.
Sin ser yo una mujer fuerte, la esperanza germina, me alimenta.
Desierto, desierto os digo: No dejaré de alabar a vuestro Creador. Mis canciones se oirán a lo lejos y me responderán los pájaros rapsodas.
Algún día cederá el impulso del viento del este que me viene en contra. Polvo y ceniza.
Algún día se disiparán las sombras.
Algún día las colinas dejarán de ocultarme el horizonte. Algún día lloverá, lo sé.
Brotarán las semillas que sepultan vuestras entrañas. Mientras tanto, os regaré al pasar con el sudor de mi fe. Humedeceré vuestros senderos con la sal regalada que va conmigo.
Desierto, desierto os digo: No desfalleceré en medio vuestro. El pasado, pasado queda.
Llego al borde. Me voy. Ya sois para mí una senda abandonada.
Oigo acercarse a Dios que me sale al encuentro, que me llama de lejos, que me extiende los brazos, que humedece mis agrietados labios, que nunca defrauda, que me dice te quiero, que me devuelve a la vida.
Autores: Isabel Pavón