Ya que me porté bien, ahora me puedo portar mal…
¿Suena extraño y ridículo? Sí, suena extraño y ridículo… pero es la trampa en la que podemos caer cada día. Por ejemplo trabajaste muy duramente durante el día (te portaste “bien”), entonces llegás a tu casa y podés comerte todo lo que encuentres como recompensa (te portaste “mal”).
¿No parece también muy loco que cuando estamos avanzando en algo, de repente damos dos para atrás?
Kelly McGonigal, en su libro “Autocontrol” (Urano, 2012), explica muy bien cómo nos otorgamos “licencias” a diario:
“Cuando los psicólogos le preguntan a la gente acerca de sus licencias morales… esgrimen esta justificación: Como me he portado bien, me merecía darme un capricho.
Esta sensación de tener derecho a ello se convierte en nuestra perdición. Como darnos un capricho nos parece la mejor recompensa para la virtud, nos olvidamos de nuestros verdaderos objetivos y cedemos a la tentación…
Los compradores que se resisten a comprar algo tentador, al regresar a casa tienden a comer algo apetitoso. Los empleados que dedican horas extras a un proyecto, sienten que tienen derecho a cargar en la tarjeta de crédito de la compañía un gasto personal. Cualquier cosa que nos haga sentir bien y a gusto con nuestra virtud (incluso pensar en una buen acción), puede darnos licencia para ceder a nuestros impulsos…
Cuando te sientes un santo, la idea de darte un capricho no te parece mal, sino bien. Es como si te lo hubieras ganado… La peor parte de la licencia moral no es su lógica cuestionable; el problema está en cómo nos engaña para que vayamos en contra de nuestros mejores intereses”.
McGonigal va a agregar también algo interesante sobre nuestro modo de vincularnos con el progreso: “Centrarnos en el progreso personal nos puede impedir triunfar. No estoy diciendo que el progreso sea un problema. El problema está en cómo nos hace sentir, e incluso entonces sólo es un problema si nos dejamos llevar por la sensación en lugar de seguir con nuestras metas. El progreso personal puede motivarnos e incluso animarnos a controlarnos en el futuro, pero sólo si vemos nuestras acciones como una prueba de que nos hemos comprometido con nuestra meta. Es decir, necesitas observar lo que has hecho y concluir que te debe importar tanto tu meta, que incluso quieres hacer más cosas para alcanzarlas”.
¿Qué nos dice la autora entonces a la hora de construir hábitos saludables?
- No mezclemos un tema con otro
- No llamemos “recompensa” a toda tentación que es una amenaza para aquello que nos hemos propuesto cambiar
- Recordemos “por qué” hemos decidido cambiar, o “por qué” hemos resistido alguna tentación
- No utilicemos la autofelicitación para abrir la puerta a la autojustificación de nuestros errores
- No le pongamos una “aureola” a aquello que termine siendo dañino para nuestro ser.
- Sigamos encontrando razones por las cuales avanzar en la construcción de buenos hábitos.
Amigo, recordá tus objetivos y el por qué de tus objetivos. No mezcles una cosa con otra. No justifiques. No llames “recompensa” a lo que te lastima. Felicitate todo lo que quieras, siempre y cuando eso no te descarrile. Hoy seguí enfocado en todo aquello bueno que te has propuesto. Dios está con vos, Él sigue teniendo confianza en que estás a tiempo de vivir mejor. Adelante, sin trampas, iremos para adelante.
GUSTAVO BEDROSSIAN