Él llama.Desde el Tercer Mundo y el Primero.Grita y llama.Él llama desde las orillas del lago de Tiberíadesy los vagones de refugiadosque huyen de Sarajevo.Grita y llamadesde las gargantas resecas de tanto gritar.Desde los drogadictos y marginados.Él llama, desde los millones de pupilasde niños hambrientosde Somalia, de Bosnia o de Sudán.Desde los pasilloslimpios y asépticos de la clínicay desde los callejones mugrientosque jamás han visto un barrendero.Desde las cárceles.Él llamacon la brisa suave que estremece las hojasy con el viento huracanadoque arranca de raíz los árboles potentes.Él llama hoy como ayer.En onda corta y en frecuencia modulada.Desde el Tabor y, sobre todo,desde el Calvario. Él llama,Llamadesde las primeras páginas de los periódicosy desde el teléfono de la esperanza.Su llamada está escrita en el rostro del mendigoy la cara satisfecha del yupi postmoderno.Él llama al borde el caminoy en el stop de entrada en carretera.A la salida del Metroy en el semáforo de la esquina.Su llamado se percibeen la mirada entristecidadel inmigrante sin trabajo.En el miedo del magrebíagazapado en la patera,o en la rabia de la mujer dominicanaobjeto de explotación.Él grita y llama.Y dice: El Espíritu del Señor está sobre mí.Me ha ungidopara que de la buena noticia a los pobres.Me ha enviadopara anunciar libertad a los cautivos,para dar vista a los ciegos,para poner en libertad a los oprimidos.Id vosotros y anunciad la Buena Nueva.Sed sal, sed luz.Como el Padre me ha enviado,así os envío yo.Liberad, sanad, resucitadLos corazones de los hombres.¡Construid con ellos la nueva creación!¡Id! La felicidad del mundoLa pongo en vuestras manos.
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