FÓRMULA PARA CRECER
Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son.
Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año,.... porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:
a aprender a amar a dejar huella a ser felices
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos: A esta tierra vinimos a cansarnos, para dormir tenemos siglos después. Valorar la libertad como una forma de vencerme a mi misma y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero…. deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor. El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores. Este a mi juicio es el gran elemento a educar no sólo el 2012 sino que durante todo el siglo XXI. Es dentro de todo este trabajo donde nos debiéramos concentrar en: Sentarnos en la mesa en familia, mínimo una vez a la semana, ojala todos los
Apagar las pantalla mientras estamos comiendo, no contestar teléfonos, sentir que los únicos ruidos que se escuchan sean los de nuestras voces.
Hacernos cariño y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de las micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día.
Querernos.
Crear dentro de nuestras casas, hogares. Y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas, independientes de los recursos, se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.
Tengamos contacto con la naturaleza, juguemos, riamos y démonos el tiempo de compartir con los abuelos, imprimámosle las fotos para que las vean como a ellos les gusta y disfrutemos de sus sabidurías. Obliguemos a nuestros hijos a compartir con ellos, así entenderán sus historias.
Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia del nuevo siglo: la inteligencia espiritual.
Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos "antiguos", a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias. Este 2012 vendrá con lo que tenga que venir, todo será necesario y maravilloso, lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo, acojámoslo con amor y con gratitud y con el alma abierta a todo lo que tendremos que aprender de él.
Decretemos ser felices y comencemos a vivir como si fuera nuestro último día.
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