Ayer domingo se celebró el día del padre…
Aunque hoy lunes quiero escribirle con especial cuidado y afecto a aquellos que en el día de ayer tuvieron dificultades para celebrar:
los que sufrieron el fallecimiento de su papá y aún no logran superarlo,
los que están en la búsqueda de un primer hijo que aún no llegó,
los que tuvieron un padre al que casi no conocieron por abandono,
los padres que han fallado en el trato con sus hijos y no saben cómo revertirlo,
los padres que son privados de ver a sus hijos injustamente,
los que atraviesan un momento de crisis familiar,
los hijos que trabajan con su padre y son descalificados en forma continua,
los que han tenido dificultades para la conformación de una familia,
los que ayer observaron hasta con cierta envidia a los que pudieron celebrar…
No es sencillo transitar aquellas horas donde el festejo del prójimo pone en evidencia tus carencias. Sus risas hasta pueden aturdirte. Las “presencias” a su alrededor contrastan con las “ausencias” que hay en tu vida. Y hasta por algún momento lo envidias. Y después te sientes culpable por haber envidiado. No, no es sencillo.
Aquellos que hemos crecido con padre y madre, y que hemos logrado conformar nuestra familia, ¿nos hemos de escandalizar y juzgar por la falta de celebración ajena? ¿Recitaremos un paquete de consejos al “ingrato” que no celebró? ¿Lo retaremos? El afligido lo que menos necesita es un sermón. Quizá un abrazo sincero y comprometido le recuerde que no está solo en su dolor. Ya sé, tampoco es sencillo sacarse los zapatos que uno lleva hace tiempo y de a poco caminar con los zapatos del otro, empatizar con su dolor.
A los que ayer no celebraron (o no celebraron tanto), les mando un abrazo de consuelo y afecto. Éste es otro día y hay que transitarlo. Seguramente si te lo proponés, encuentres algo para agradecer: un lindo recuerdo, alguien que cumplió la función que tu papá biológico no supo o no quiso cumplir, alguna presencia cercana que te recuerda que no estás del todo solo, tal vez alguna familia que te supo tratar como si fueras parte de ella… no sé. No quiero forzarte a agradecer, quizá necesites procesar un poco más tu dolor.
Amigo, “Dios ubica a los solitarios en familias” (dice un salmo de la Biblia). Lo creo. Te invito también a creerlo.
GUSTAVO BEDROSSIAN