En un sitio de internet (*) encontré el relato de una historia verídica, tomada como tal de hechos reales.
El hecho por el que te escribo sucedió en el Kennedy Center, de la ciudad de Washington, el 18 de diciembre de 1982. La orquesta, una de las mejores de la ciudad, estaba tocando «El lago de los cisnes» de Tchaikovsky. Su primera bailarina, Natalia Makarova, era una de las artistas más cotizadas del ballet.
De pronto, y en medio de la actuación, una pieza metálica se desprendió del escenario y cayó justo sobre la Makarova cuando ella estaba haciendo sus giros y volutas. En medio de la consternación general entre el público asistente, tuvieron que retirar del escenario a la artista.
Para más consternación de los dueños del teatro, la Makarova exigió, como indemnización, nada menos que veinticinco millones de dólares. Alegó que el accidente le había impedido llevar a cabo «los complejos y agotadores movimientos requeridos por su arte».
¿Es a tu criterio una suma elevada? ¿justa? ¿menor de lo que correspondería?
Lo curioso es que de cien personas que lean este artículo, podrían repartirse las opiniones y los criterios.
¿Cómo puede ser que lo que para unos es exagerado, para otros resulte escaso?
En este tiempo en que la “cocina mediática” está invadiendo el grueso de las horas de transmisión de los canales de TV, cualquiera puede ver como la actriz “fulana” aseguró sus pechos en X millones, o el futbolista “mengano” puso valor a sus piernas por una cifra astronómica.
El sitio web del que tomé la historia, razonaba cosas parecidas. Ellos decían que “hay personas que creen valer tantos millones, que si un día se les quiebra una pestaña por la culpa de otro, son capaces de pedir un millón por esa dichosa pestaña”.
¿Es muy loco?
En parte tienen razón. El arte es su medio de vida. La pérdida de su estética corporal posiblemente los saque fuera del escenario o de los estudios de filmación o del estadio deportivo.
Y el espectáculo mueve hoy en día millones y millones de dólares. Los hombres y mujeres que son parte de él, se cotizan en millones también.
Tomo esta historia como una introducción a algo más profundo, que te invito a reflexionar junto conmigo.
En 1999 me regalaron el libro “Victoria sobre la Oscuridad” de Neil Anderson. Comencé a leerlo una y otra vez, pero no pude concluirlo hasta pasados más de 7 años.
¿Porqué no podía avanzar ?
Soy un aficionado al placer de la lectura desde primer grado de la primaria. Suelo leer incluso más de un libro a la vez y creo que mi biblioteca es mi mayor tesoro en la tierra (no por lo voluminosa sino por lo que aprecio los ejemplares incluídos en ella).
Pero con el texto de Ánderson no pude.
Este escritor, es un profesor de Teologia practica en la Escuela de Teologia Talbot de la Universidad cristiana de Biola (EEUU). Es tambien psicólogo y conocedor del alma humana.
Te hago un pequeño extracto de lo que trata. Él dice en el libro:
"Lo que hacemos no determina lo que somos, sino lo que somos determina que hacemos" y así por ejemplo: "Las batallas de la vida no siempre las gana el hombre más fuerte o el más rápido.Pero tarde o temprano el hombre que gane será el hombre que cree que puede".
Claro que de estas palabras del libro surge como inevitable la pregunta:
¿quién es aquel hombre que “siente que puede”?
Indudablemente aquel que puede estimar su capacidad y su valor a partir de la definición de su propia identidad como persona, es decir: “aquel que sabe quién es”. Aquel que cree en sí mismo y puede afirmarse en su propia identidad para decirse frente al espejo “YO SOY”.
No podía leer el libro de Ánderson, porque no podía definir quién era.
Voy a reproducir parafraseado un diálogo que Ánderson utiliza en su libro, usándome como ejemplo:
-¿quién eres?
-Un hombre de 52 años
-No, ese es tu género y tu edad.
-Un empresario
-No, ese es su trabajo.
-Un hombre casado hace 32 años.
-No, ese es su estado civil.
-Un cristiano evangélico
-No, esa es su preferencia religiosa
-Argentino.
-No, esa es su nacionalidad
Claro que podría seguir.
¿qué es lo que define quien soy?
¿Está en alguna parte de mi cuerpo? ¿si me cortaran una mano seguiría siendo yo? ¿y una pierna? ¿y si me transplantaran el corazón?
¿dónde está mi identidad?
Más allá de la respuesta a partir de un esfuerzo intelectual, te animo a que viendote a ti mismo puedas definir quién eres, a partir de la única forma válida posible, que es en Cristo y como hijo del Padre.
Es importante porque a partir de allí podrás darte cuenta de cuánto vales, de cuánto eres importante.
Muchas veces los hombres se han encargado desde nuestra infancia más tierna de decirnos que no somos nada ni nadie, seres sin ningún valor.
Lo han dicho con palabras, con gestos o con ausencias.
Y así hemos crecido, sintiendo que no tenemos valor y que nunca lograremos algo importante.
Anderson dice algo que me desafía personalmente: “lo que hacemos no define quién somos”.
No hay nada que podamos hacer en este mundo que defina nuestra identidad. Y si nuestra identidad no está definida, nada de lo que hagamos podrá tener algún sentido.
Lo que soy define lo que hago, dice Anderson. Primero SER para luego HACER.
Lo mismo me decía mi pastor en una charla personal donde trataba de ayudarme a resolver estas cuestiones que todavía hoy siguen afectándome.
Para no invadirte con más palabras, te animo a apoyarte en las siguientes citas bíblicas tomadas del libro del autor del que vengo hablando:
¿Quién soy yo?
Exodo:
No soy el gran " yo soy" (Exodo 3:14; Juan 8:24,28,58),
pero por la gracia de Dios, soy lo que soy (1 Corintios 15:10)
Mateo:
Soy la sal de la tierra (5:13)
Soy la luz del Mundo (5:14)
Juan
Soy hijo de Dios (1:12)
Soy parte de la vid verdadera, y un canal de la vida de Cristo (15:15)
Soy amigo de Cristo (15:15)
Soy elegido por Cristo para llevar Su fruto (15:16)
Romanos
Soy siervo de la justicia (6:18)
Soy hecho siervo de Dios (6:22)
Soy hijo de Dios: espiritualmente, Dios es mi Padre (8:14,15:
Gálatas 3:26; 4:6)
Soy coheredero con Cristo, compartiendo Su herencia con El (Romanos
8:17)
1 Corintios
Soy templo morada de Dios. Su Espíritu y su vida moran en mi
(3:16;6:19). Estoy con el Señor y soy su espiritu con El (6:17)., Soy
miembro del cuerpo de Cristo (12:27; Efesios 5:30)
2 Corintios
Soy una nueva creación (5:17)
Estoy reconciliado con dios y soy ministro de reconciliación
(5:18,19)
Gálatas
Soy Hijo de Dios y uno con Cristo (3:26,28)
Soy heredero de Dios, pues soy hijo de Dios (4:6-7)
Efesios
Soy un Santo (1.1, 1 Corintios 1:2Filipenses 1:1, Colosenses 1:2)
Soy hechura de Dios Su obra especial nacido de nuevo en Cristo para
hacer su Obra ( Efesios 2:10)
Soy conciudadano del resto de la familia de Dios (2:19)
Soy prisionero de Cristo (3:1; 4:1)
Soy justo y santo (4:24)
Filipenses
Soy ciudadano del cielo, sentado en el cielo ahora mismo (3:20;
Efesios 2:6)
Colosenses
Estoy escondido con Cristo en Dios (3:3)
Soy la expresión de la vida de Cristo pòrque El es mi vida (3.4)
Soy escogido de Dios, santo y amado (3:12; 1Tesalonisences 1:4)
1 Tesalonicenses
Soy hijo de la luz y no de la oscuridad (5:5)
Hebreos
Soy santo partícipe del llamamiento celestial (3:1)
Soy partícipe de Cristo; comparto Su vida (3:14)
1 Pedro
Soy una de las piedras vivas de Dios, siendo edificado en Cristo como
una casa espiritual (2:5)
Soy miembro del linaje escogido, un sacerdocio real, una nación
santa, un pueblo adquirido por Dios (2.9,10)
Soy extranjero en este mundo en el cual vivo temporalmente (2:11)
Soy enemigo del diablo (5:8)
1 Juan
Soy hijo de Dios y seré como Cristo cuando El regrese (3:1, 2)
Soy nacido de Dios, y el maligno del Diablo no puede tocarme (5:18)
Trato de construir mi identidad en Cristo. ¿Vos?
(*) basado en un artículo de www.conciencia.net
Tomando citas y apuntes de “Victoria Sobre la Oscuridad” de Neil Anderson
HECTOR SPACCAROTELLA
RIO GALLEGOS, ARGENTINA
tiempodevocional@hotmail.com
www.puntospacca.net