REFLEXIÓN VIERNES 23 DE AGOSTO DE 2013.
“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” Mateo 6:34.
Cuanta ansiedad nos trae el estar luchando con los problemas y dificultades de hoy y al mismo tiempo estar angustiados, a veces, sin razones sólidas, por lo que será el día de mañana. Dios nos anima a tratar con los problemas de cada día con fe, sin pensar en el día de mañana y lo que pueda pasar, pues sin lugar a dudas, cada día tiene sus propios problemas.
Dios quiere que confiemos en El siempre, aunque no veamos con nuestro entendimiento la solución a nuestros problemas. Lo único que necesitamos es confiar en Él y hacer cada día lo que humanamente nos corresponde, para salir adelante. Todo lo demás se lo debemos dejar a Él porque nosotros no tenemos ni el poder, ni el entendimiento, ni la sabiduría que tiene Dios, para saber cómo actuar en la solución de nuestros problemas. Nosotros hacemos las cosas que son posibles, lo imposible dejémoslo a Él.
El día de ayer con todas nuestras equivocaciones, angustias y tropiezos, ya es pasado. El día de mañana con sus posibles desencantos o éxitos es un misterio. Vivamos entonces el día de hoy encomendando al Altísimo todas las actividades que pensamos realizar y dejemos que Él reorganice nuestros planes y enderece nuestro pasos, conforme a su voluntad y sus propósitos que siempre son santos y perfectos. “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” Mateo 6:34.
La única solución para que los remordimientos y las amarguras del ayer y las preocupaciones y ansiedades por el mañana, no nos angustien es JESUCRISTO. El limpia nuestros yerros pasados y presentes y nos libera de las preocupaciones y las ansiedades del mañana. Como dicen en mi tierra: -Al que quiera más, que le piquen caña.-La decisión de entregar su pasado, su presente y su futuro al Señor Jesús, es suya. ¿Lo hará hoy? El más que nadie conoce sus inquietudes y quebrantos.
ORACIÓN
“Soberano Dios y Padre Celestial: Gracias porque quitas de mi toda angustia y todo temor. Gracias porque alejas mis dudas y mis preocupaciones. No temeré mal alguno porque tu estás conmigo. En ti reposa mi alma y mi espíritu se goza y se deleita; solo en ti hay paz. Tienes siempre compasión de mí, perdonas mis culpas y arrojas todos mis pecados a las oscuras profundidades del mar y nunca vuelves a hacer memoria de ellos, en el glorioso nombre de mi Señor Jesucristo, el que murió y resucitó y vive reina por los siglos de los siglos.” Amén y Amén.
-FELIZ FIN DE SEMANA-