“Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había
permitido, para vergüenza entre sus enemigos, se puso Moisés a la puerta del
campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo.” (Éxodo
32:25-26)
La palabra hebrea usada aquí para desenfrenado es “para”, que significa
“desnudarse, relajarse, exponerse, desestimar.” También implica “un nuevo
comienzo.”
Un comercial de cerveza moderna aconseja a esta generación que “se libere
esta noche.” Significa, simplemente, deshacerte de las inhibiciones morales
pasadas, liberarte de toda ley y comenzar a complacerte a ti mismo. Hacer lo
tuyo, lo que sea que te haga feliz.
Solamente quitarse la ropa no era corrupción, sino que era la señal, el
mensaje que estaban enviando a los paganos que los miraban. ¿Puedes imaginarte a
los amalecitas en las montañas aledañas, a lo lejos, mirando esta escena tan
peculiar? Estos enemigos, que habían temblado al ver a Dios obrando entre ellos,
ahora se reían y burlaban: “¡Míralos, son tan sólo como nosotros! Su Dios no
tiene poder ¡Ellos ni siquiera confían en Él! Quieren lujuria, fiesta y juego al
igual que el resto de nosotros. ¡Qué hipocresía!”
¡En ese solo acto de desenfreno menospreciaron a su Dios ante los ojos de los
impíos! Hicieron que el Señor pareciera como despiadado, cruel, insensible,
impotente. Ellos mancharon el honor y la majestad de un Dios omnipotente.
Dejaron de ser un ejemplo y dejaron de ser admirados, temidos o respetados.
¡Ellos habían depuesto su armadura para hacer fiesta! Pusieron en peligro los
planes de Dios para su salvación. Estaban diciéndole al mundo: “¡No queremos
pelear con más enemigos! ¡No queremos oponernos! Hemos tenido suficiente del
rechazo, del sacrificio, de futuras esperanzas y de bendiciones lejanas.
¡Queremos vivir ahora! ¡Queremos divertirnos! Queremos que los buenos tiempos
empiecen”.
La corrupción era esta: Esto iba a ser su nuevo comienzo. ¡No más combates!
Si iban a tener que existir en un desierto cruel y duro, entonces renunciarían a
la lucha y harían lo mejor que pudieran, por su propia cuenta.
David Wilkerson