OPTIMISTAS O PESIMISTAS
Las mujeres estamos expuestas a todo tipo de estímulos para reaccionar de una u de otra forma ante los eventos exteriores.
Esos estímulos o motivadores que nos están cambiando constantemente los estados de ánimo, pueden ser interiores o exteriores, voluntarios o involuntarios, pasajeros o prolongados, etc…
Debido a veces a las cargas de trabajo, a la exagerada cantidad de compromisos adquiridos, al volumen enorme de responsabilidades que por lo común nos rebasan, y a una serie de causas en las que perdemos el control de nuestras emociones.
Estos cambios bruscos de carácter y de ánimo, también pueden obedecer a factores hormonales derivados de las “visitas mensuales”. Estas alteraciones “naturales” no son nada gratas por cierto, y más cuando nuestro organismo tiene que padecer los espasmos y contracciones uterinas producidas por la menstruación, y que obviamente en el sentido de estabilidad, nos convierte en una nulidad. A veces nos mostramos volubles, cambiantes, inestables, apáticas y generalmente siempre estamos oscilando de un estado de ánimo a otro, incluso deseando en esos días, no estar dentro de nuestro cuerpo e irnos a vivir a otro, pero eso es imposible ¿cierto?
Mujeres hay que cada 28 días no quieren saber nada de nadie, se apartan, se aíslan, se ponen sensibles en extremo y no quisieran que nadie les molestara en absoluto… claro porque sus famosos “cólicos menstruales” están ocupando toda su atención y las tiene postradas en la cama retorciéndose de dolor y vomitando su desajuste orgánico que es muy evidente y comprensible, aunque no es una disculpa para mostrar su hosquedad y su irritabilidad ante quienes no tienen la culpa de lo que a “ella” le pasa, y sin embargo siempre encontrará excusas y pretextos para seleccionar al primer “afortunado”, que les recoja sus platos rotos, y los deposite en el cesto de su pesimismo y abandono total.
Pero existe otra clase de abandono más grave todavía y es el de sentirse devastada por su propio desaliento. Algunas mujeres se entristecen, se irritan, se deprimen, se abandonan a sí mismas porque otros las humillaron, las vejaron, las maltrataron, las denigraron, las engañaron, las devaluaron las utilizaron, las manipularon y finalmente las dejaron. Ellas se sienten negadas para todo y para todos, ya no creen en nada ni en nadie… ¡Se les apagó el motor de su existencia!, se sienten como si ya no valieran nada ni sirvieran para nada, y caen muy fácilmente en el charco de la autocompasión y la más baja autoestima personal… ¡Qué tristeza es tener que reconocerlo así!
Sin embargo no todo está perdido, porque no faltará quién o qué suceda a su alrededor, que le deje una gotita de su optimismo: “Anda, levántate mujer… no puedes dejarte morir por un simple dolor”, “No vale la pena perder tu tiempo en lamentaciones inútiles”, “No ganas nada con llorar”, “Tienes que superarte, no puedes seguir así”, “No puedes darte el lujo de quedarte tirada para siempre”, “Busca otras alternativas”, “Muévete, motívate… ¡arriba ese ánimo!”. Y claro, como es obvio, mínimo la mujer deprimida ante tales “muestras de cariño” no tiene otra opción más que terminar bajo la ducha, tratando de sobrevivir.
Dicen que mujeres 100% optimistas realmente hay muy pocas, pero las pocas mujeres optimistas que hay en el mundo, valen por dos: Por lo que dan a otros, y por lo que son. ¿Y qué mayor recompensa pueden recibir estas grandes mujeres que su propio optimismo y su Don de ser como son, estar y existir siendo como son?
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