EL QUE ES INCAPAZ DE PERDONAR ES INCAPAZ DE AMAR
Cuando el padre de José murió, sus hermanos tuvieron temor porque pensaron que él se vengaría por todo el mal que le hicieron; por ese motivo le enviaron un mensaje que decía:
Antes de morir, nuestro padre nos mandó a que te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por haberte tratado con tanta crueldad”. En el mismo mensaje, ellos también le suplicaban que los perdonara.
Cuando José lo leyó, se echó a llorar y sus hermanos se arrojaron al suelo diciéndole:
Aquí nos tienes, somos tus esclavos.
José les respondió:
¿Acaso soy Dios para castigarlos? Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas. No tengan miedo, yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos.
La actitud que tuvo José es digna de admirar y es un ejemplo a seguir, porque a todos nos cuesta perdonar; pero nos damos cuenta que hacerlo nos resulta más fácil cuando le pedimos a Dios que nos ayude.
Mientras más rápido perdones, te sentirás mejor; porque al pasar el tiempo tu corazón se llena de odio, rencor y amargura, como si estuvieras cargando demasiadas cosas y cada día pusieran sobre ti un peso adicional. Llegará un momento en el que ya no podrás seguir adelante y tendrás que hacerlo, siempre y cuando quieras seguir viviendo y no sólo existiendo.
Decídete a perdonar, no porque otros lo merezcan sino porque tu corazón merece paz. Muchas veces las ofensas que recibes, son pruebas que te ayudan a crecer y llevar a cabo los planes que Dios tiene para tu vida.
“Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo”. Efesios 4:31-32
Recuerda, el que es incapaz de perdonar es incapaz de amar.
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