REFLEXIÓN
VIERNES 9 DE AGOSTO DE 2013
“No se
preocupen; confíen en Dios y confíen también en mí. Hay muchos lugares en la
casa de mi Padre. Si no fuera así, se lo diría. Voy a prepararles un lugar, y si
voy y preparo un lugar para ustedes, regresaré. Los llevaré conmigo para que
estén donde estoy yo” Juan
14:1-3.
¿Se
ha detenido alguna vez a pensar en las preciosas promesas
que el Padre Celestial nos ha dado en su Palabra y en las bendiciones que ha
preparado para cada uno de sus hijos? ¿En
medio de las circunstancias que vivimos hoy, ¿de
cuál promesa de Dios se aferrará, para así disfrutar de sus
bendiciones?
Tenemos un hogar en
el cielo. Antes de que el SEÑOR JESUCRISTO muriera y resucitara, prometió a sus
discípulos que iría a preparar un lugar para ellos y que un día regresaría para
llevarlos a morar con Él. De igual manera El mismo afirmó que:
“El
cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán.” Mateo
24:35.
Su palabra es verdad
y El cumple lo que promete.
Esta promesa se
extiende a todo aquel que cree en Él, pues Él mismo declaró al Padre que su
deseo era que todos ellos estuvieran con Él, para que vieran la gloria que el
Padre le había dado desde antes de la fundación del mundo” “Padre,
quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo esté para que ellos vean
la gloria que tú me diste, pues tú me amaste antes de la creación del mundo.”
Juan
14:24.
La
Escritura dice: “Pero
a los que lo aceptaron y creyeron en él, (En
Jesucristo), les
dio el derecho de ser hijos de Dios.”
Juan
1:12. Esta
es la condición para poder habitar esas moradas eternas que Él fue a preparar.
“Pues
todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús.”
Gálatas
3:26. ¿Has
entregado el control de tu vida al Señor Jesucristo?
¿Es
El tu Señor y Salvador personal?
ORACIÓN
“Soberano
Dios y Padre Celestial: Eres un Dios veraz, fiel, omnipresente, omnisciente,
omnipotente y para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos. La
cruz es la máxima expresión de amor de tu amado Hijo por nosotros. Soberano
Jesús, hoy te entrego mi vida, limpia con tu preciosa sangre mi mente y mi
corazón, permite que tu Santo Espíritu transforme todo mi ser.
Levanto mis ojos a
ti Padre Celestial y te doy gracias por la salvación que me proveíste a través
de tu amado Hijo y proclamo con gozo que Jesucristo es mi Salvador y mi Señor,
quien murió y resucitó y vive y reina por los siglos de los
siglos.
-FELIZ
FIN DE SEMANA-
Arbey Serna Ortiz