Si eres un seguidor de Jesús, si eres parte del linaje de sangre de Cristo,
¡Satanás tratará de traer a tu vida a alguien para destruir todo lo divino en
ti!
En este momento, puedes estar pensando: “¡Espera un minuto! Yo no quiero
empezar a dudar de mis amigos o de pronto sospechar de ellos”. Si son amigos de
verdad, unidos a tu corazón en el Espíritu de Cristo, no tienes nada que temer
al examinar tu relación con ellos. Debes mirar todas tus amistades, a la luz de
las Escrituras.
Es fácil determinar si tus amistades cercanas son de Dios o si han sido
plantados por el enemigo para destruirte. Basta con pensar en tu mejor amigo, y
luego, responder a estas preguntas:
- ¿Él (o ella) chismea, difama o habla mal de los demás?
- ¿Argumenta sobre la Escritura, debate continuamente y nunca llega a la
verdad?
- ¿Llama a las personas piadosas, “fariseos”?
- ¿Detectas en sus palabras, un espíritu de desobediencia, envidia o sospecha?
- ¿Escupe palabras venenosas contra su cónyuge?
- ¿Ha tenido éxito en plantar malos pensamientos en tu mente respecto a los
demás?
- ¿Has comenzado a unirte a él (o ella) en escupir amargura?
Si tu amigo se ajusta a esta descripción, y tú estás siendo alejado más y más
de Jesús por esa amistad, entonces puedes estar seguro de que el diablo ha
sembrado a esa persona en tu vida. ¡Tiene el espíritu de Acab y ha sido enviado
para destruir la obra de Cristo en ti!
Por otro lado, un amigo verdadero, piadoso, siempre se pondrá del lado de la
Palabra de Dios en cualquier asunto y no sólo de tu lado por el hecho de ser tu
amigo. Tal amigo no te conducirá a la amargura del pecado. En cambio, te amará
lo suficiente como para decirte la verdad.
“Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que
aborrece” (Proverbios 27:6)