A ninguna persona tímida le gusta serlo, si pudiese no lo sería.
El mejor momento para superar la timidez y desarrollarse como personas confiadas y seguras de si mismas es durante la niñez.
Como madres, si observamos rasgos de retraimiento, cobardía, inseguridad y timidez desarrollándose en nuestros hijos, debemos saber que aún estamos a tiempo de ayudarles a formar su personalidad y abandonar esa timidez que podría marcar sus vidas negativamente.
Nunca será mucho lo que se dice o se escribe acerca de la formación de los niños, muchas de las cosas que les enseñemos a nuestros hijos serán lo que llegado el día les ayude en su vida de adultos. Sin embargo, muchas otras cosas en su forma de ser que son parte de su propia naturaleza, cosas como la timidez, a las que debemos poner atención. No podemos cambiarles su forma de ser, pero sí ayudarles a mejorar y enfrentar sus debilidades.
La timidez del niño será también la timidez del adulto. Vale la pena entonces, observar de cerca ciertas características que provocan o podrían provocar ciertos comentarios que muchas veces les ponemos atención, pero no llegamos al fondo de los mismos.
Tu niño es muy arisco, no deja que me acerque.
Siempre que le hablo a tu hijo parece que esté de mal humor.
Algunos estudios nos indican que estas características son “escudos”, técnicas o barreras que un niño tímido utiliza como protección. A través de su niñez también desarrollan algunos encantos relacionados con su timidez: aprenden a escuchar, sonríen a menudo son muy discretos y/o muy callados.
Ser tímido no es algo de lo que los niños puedan sentir orgullosos, especialmente cuando alcancen la juventud. Puede provocarles sufrimiento personal, incluso a la propia familia al sentir frustración ante los intentos fallidos de que el niño tenga amigos o desarrolle relaciones con sus compañeros fuera y dentro de la escuela.
Si bien la timidez durante la niñez es preocupante y muchas veces doloroso, lo es mucho más lo en el adulto, que trata por todos lo medios de ocultar su timidez, la cual les hace sentirse censurados por todos los de su entorno y por la sociedad. Pueden desarrollar fobias sociales que suelen tener raíces en la infancia, pero afortunadamente hay recursos de los que podemos hacer uso para ayudar a nuestros hijos a vencer la timidez, ayudarlos a recuperar la seguridad en si mismos y a superar sus miedos.
Es bueno inscribirles en actividades y grupos deportivos para compartir con otras personas. Y cuando las posibilidades nos lo permiten, inscribirles en cursos como por ejemplo de teatro, danza o natación.
Ser tímido no es algo que altere o perturbe la vida del individuo, aunque si el caso se diera, se puede buscar la ayuda profesional. Debemos también recordar que es más fácil enfrentar la timidez durante la etapa de crecimiento y formación de la personalidad (la niñez) que durante la etapa de adultos.
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