Cuando ni siquiera la voz
puede salirte ya del cuerpo,
cuando apenas si logras
articular un lamento,
y un profundo suspiro
para poder tomar aliento ….
Cuando las fuerzas notas
cómo al fin van cediendo
su lugar a tantas dudas
y su espacio al miedo …
Cuando la larga espera
se eterniza en el tiempo
y el dolor se vuelve febril
en lo más hondo del pecho …
… Sólo ruegas escapar
de este lugar incierto,
pues no sabes más nada,
sólo crees estar viviendo
cual pesadilla infinita
que enferma tus adentros.
… Y es que los días son
inacabables en el desierto,
no ves más allá de las dunas,
de las arenas y el viento
que la noche levanta cruel
contra tu rostro sediento,
deseoso de hallar aguas
que calmen el tormento
del fuego de tu alma seca
y de tu corazón hambriento….
¡Cuánto dieras por un sorbo
de las manos del Maestro!
¡Cuánto dieras por hallarle
y abrazarle allí en silencio,
perderte en sus ojos serenos
y que acabara este desierto!
… Y, sin embargo, sabes
lo preciso de este destierro
para encontrarte contigo
en el vacío de este tiempo,
pausa y paréntesis necesarios
en este reloj que gira lento,
porque para ti un día aquí
es cual terrible milenio,
mas para dios este cisma
es tan sólo un momento ....
Es preciso reflexionar
en medio de este desierto,
reencontrar cuanto perdiste
y ordenar los pensamientos;
afrontar el desafío y el reto
de controlar los sentimientos
que se revuelven en tu interior
impidiéndote mirar al cielo
con renovada confianza
y sincero arrepentimiento …
… Es hora de soltar los amarres
que te retienen en ese puerto,
es hora de dejar escapar
tantos amargos recuerdos;
… Llóralos en la soledad hoy
para poder remontar el vuelo
y perdonar todo aquello
que aún golpea tu cerebro …
Deja que Dios sane al fin
el agudo dolor de tu pecho
que te mantiene esclavo
en este oscuro desierto …
y como Moisés disponte
a ocupar tu lugar y puesto
sirviendo a Dios de nuevo
en medio de su pueblo …
… Que Él ha tratado ya
contigo en este desierto.
sólo levanta y escucha,
y Él… Él hará el resto …