CARTA A
MIS AMADOS CONSIERVOS, LOS PASTORES
Es la época del año en la que se celebra el Día del Pastor, o el
Día de la Familia Pastoral. Ya pueden verse en las redes sociales diferentes
salutaciones y reconocimientos de parte de los miembros de las iglesias.
Pero mi deseo es compartir de pastor a pastor estas pocas
líneas. Si bien todos somos siervos del Señor por igual, sólo por razones
prácticas he preferido agruparlos en dos grandes grupos.
SI ERES
PASTOR O PASTORA DE UNA IGLESIA GRANDE O MEGAIGLESIA:
con toda sinceridad te felicito en el Nombre de nuestro Señor
Jesucristo. Le doy gloria a Él por la manera en que Su Reino pudo crecer y
crece a través de la iglesia que pastoreas. Y te doy gracias porque he recibido
mucha inspiración y desafío de parte de Dios a través de tu vida y de tu
ministerio. Por ello, le ruego a Dios que te sostenga y asista para cuidar y
velar por esa iglesia, de forma tal que siga creciendo y multiplicándose con
toda salud espiritual, y para honra Suya. Que el Espíritu Santo te siga dando
toda sabiduría y discernimiento; que guarde tu salud y la de toda tu familia;
que sus ángeles te guarden de todo mal; y que Su poder te libre de toda
asechanza del enemigo y te guarde ante sus ataques.
Pero te
animo también, querido consiervo, a seguir teniendo en cuenta a todos los demás
consiervos. No te olvides de ellos, muy especialmente aquellos que el mismo Señor
ha puesto a liderar iglesias pequeñas. Y son una gran mayoría! Sabes que tienen
enormes necesidades, escasez de recursos, duras luchas y pruebas! Ellos también
necesitan de ti, de tu abrazo, de tu aliento, de tu acompañamiento, de tu
oración. Cada uno de esos pastores son muy importantes para el Señor, como tú.
Pero tú mismo eres sumamente valioso e importante para ellos, y te necesitan.
Sé que lo haces y lo harás con toda humildad, y sin ánimo de prevalecer o
enseñorearte. Permite que Dios te siga usando de esta manera, porque Su
bendición abundante será no sólo para esos pastores, sino para ti mismo
también! Y Su reino crecerá aún más! Te bendigo con Su Palabra:
“Jehová te bendiga, y te
guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti
misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz”. Números
6.24-26
SI ERES PASTOR O PASTORA DE UNA IGLESIA PEQUEÑA O MEDIANA:
seguramente
habrás tenido o estarás pasando ahora mismo un tiempo de lucha interior, de
crisis, de zozobra, que te hacen dudar incluso del llamado de Dios al
ministerio. Haces tus mejores esfuerzos para servir a la iglesia, multiplicas
tu tiempo para responder a las crecientes necesidades, pero notas que se
alcanza muy poco fruto y escaso crecimiento. Y te angustia, porque el deseo de
tu corazón es ver a la iglesia sana, dinámica, creciente, y así glorificarle a
Él.
Y además,
recibes lo que en muchas Conferencias sobre crecimiento de la iglesia se
enseña, o lo que lees en libros sobre el tema, y te pone peor. “Su iglesia debe
crece de esta manera”; “Haga lo que hicimos en la Iglesia XX y su iglesia
crecerá de manera explosiva”; “Aplique el modelo de Iglesia YY y experimente un
crecimiento exponencial”; y cosas como estas. En buena parte del ámbito
cristiano se ha establecido el paradigma de medir o comparar la espiritualidad
y valor de una iglesia en función de su tamaño numérico. Nadie lo afirma
explícitamente, pero ¿quién podría negar su existencia?: si tu iglesia es
pequeña y no crece en esa magnitud, pues no eres un buen pastor. Esto amenaza
tu seguridad y valía como ministro.
Probablemente
también has sentido el dolor de ver que algunos hermanos se retiran a otras congregaciones
argumentando la búsqueda de alimento espiritual sólido, o de la unción que
dicen no está en tu iglesia. O quizás atraviesas el sufrimiento de las luchas
internas entre hermanos, que desgastan y enferman el cuerpo de Cristo. Y casi
con toda seguridad, has sentido o sientes el ataque de los que siempre son unos
pocos miembros de iglesia. Calumnias, acusaciones infundadas, insultos,
maltrato hacia ti y hacia tu familia, humillaciones, irrespetuosidad, etc. Hay
ovejas que son heridas en el redil. Pero también hay muchos pastores que son
heridos en el redil, por unas pocas ovejas “particulares” que se enseñorean del
siervo del Señor y le maltratan.
No son
pocos los pastores que a esta altura de la situación manifiestan diversas
enfermedades físicas y/o psicológicas. Es creciente el número de ministros que
sufren estrés, ataques de ansiedad, algún grado de depresión, úlceras,
problemas cardíacos, y otros males. Y así tu espíritu se va debilitando, tus
energías se van consumiendo, tu gozo se va perdiendo. La carga es muy pesada,
difícil de sobrellevar. A pesar de tus intentos y esfuerzos, nada parece
cambiar, nada da resultado, nada funciona. Entonces puedes pensar: -Esto no es
para mí. Yo estoy sufriendo; mi familia está sufriendo. Estoy muy cansado,
agotado. Debe ser verdad que no soy buen pastor. Voy a renunciar.
No voy a extenderme en la descripción
de este cuadro, porque considero que es suficiente para darte cuenta de qué
estoy hablando. O mejor, a quién le estoy hablando.
Amado
consiervo, si esto describe tu pasar y tu pesar, o al menos en parte, déjame
ahora ´abrazarte en el Espíritu´. Te comprendo; personalmente he vivido estas
situaciones a lo largo de mi ministerio. Puedo saber cuánto nos hacen sufrir, y
hasta llorar. Pero déjame también alentarte.
Dios,
quien te ha llamado a servirle, siempre ha visto y ve tu corazón. Y para Él
eres muy valioso por ser Su Hijo, o su Hija. Te ama desde siempre y para
siempre. Te ha puesto para servirle con integridad y en verdad. Te rodea de
gracia y misericordia, y está muy feliz contigo! Ya ves, no es cuestión ni de
tamaño ni de números; es una cuestión de fidelidad! Persevera en ello; no bajes
tus brazos. Su diestra de poder te ha sostenido y te sostendrá! Te guarda a ti
y a tu familia como la gallina a sus polluelos, debajo de sus alas. El Señor va
delante de ti como poderoso gigante! No temas, no creas las mentiras; mírale a
Él, escucha su voz.
Él no
tiene reproche, ni reprimenda. Dios te comprende, sabe lo que sientes, y te
ministra en el Poder de su Santo Espíritu! Abre tu corazón ante su trono de
gracia, para hallar oportuno socorro. Acepta su invitación a todos los
trabajados y cargados, para hallar descanso en Él.
Por tanto,
deja que el Señor te abrace hoy, muy fuertemente contra su pecho. Y permanece allí,
quizás llorando, derramando tu dolor y tu congoja, sintiendo su caricia, y
oyendo sus palabras: -No temas hijo mío, te amo profundamente. Me gozo en ti;
eres especial y muy valioso para mí. Descansa. Lo estás haciendo bien. Por eso
te he puesto allí, para cumplir un propósito muy importante.- Su Palabra te
dice:
“Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras
lejanas te llamé, y te dije:
Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque
yo estoy contigo;
no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré,
siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Isaías 41.9-10
Queridos
consiervos, les felicito de verdad. Sé que un día el Señor ha de mostrarles
cuán importante ha sido vuestro ministerio para Su Reino, aún sirviendo en una
iglesia pequeña. Pequeña en números, pero grande en fidelidad y honra a Su
nombre. Le pido a Dios que aumente tus fuerzas como las del búfalo, y que seas
ungido con aceite fresco! (Salmos 92.10) Que nuestro Señor Todopoderoso bendiga
tu vida y te haga prosperar en todo lo
que haces en Su nombre.
Si
quieres, reenvía esta carta a tus pastores conocidos. Y también puedes
escribirme. Me alegrará entablar una amistad contigo, para mutua edificación!
En Cristo, para servirles.
Pastor Ernesto Turosky Iglesia Jesús es el Camino
Florencio Varela - Argentina
eturosky@sion.com