Ten paciencia y salvaras tu matrimonio.
En la actualidad, el incremento de los divorcios en el mundo es moneda corriente. La gente ya no se casa para toda la vida, sino por un rato, hasta que el estrés cotidiano los separe.
Puesto que ahora tenemos la posibilidad de “separarnos” si algo no funciona en el matrimonio, el esfuerzo por congeniar, por amar, por ceder y equilibrar la relación es menor que en otros tiempos. ¿Por qué antes los matrimonios duraban décadas? Algunos dicen que porque la mujer se callaba la boca (y en parte puede ser verdad), pero también se debía a que como no tenían un remedio al alcance de la mano, los miembros de la pareja intentaban diferentes formas de combatir lo que les sucedía.
No tenemos paciencia para buscar y encontrar soluciones en la pareja, mucho menos para seguir aguantando a nuestra pareja mientras el problema no se resuelve.
Hoy vivimos en una sociedad que pretende conseguir todo “ahora mismo” y de “primera calidad”. Vivimos en una sociedad egoísta, que evita su propia incomodidad, aunque eso signifique dejar de lado a los demás.
Las parejas buscan la “justicia equitativa”:“¡Te toca sacar a ti la basura, porque yo trabajé 8 horas seguidas de lo contrario, no es justo!” Todo el tiempo se cobran los esfuerzos, los favores, las atenciones. Sabemos de memoria el verso “dar sin esperar a recibir,” sin embargo siempre esperamos que nos devuelvan el favor, con intereses. Y tanta demanda y reproche produce, únicamente, la distancia, la indiferencia y la frialdad.
La propuesta de hoy es que aprendas a cultivar la paciencia. La paciencia como una actitud que te prepara o predispone para aceptar contratiempos, vicisitudes o infortunios. En el amor, la paciencia es una semilla mágica para que los vínculos crezcan y fortalezcan. “Ser paciente” es despertar la empatía, la amabilidad, la tranquilidad, la paz.
Ten paciencia. No tires a la basura una relación simplemente porque no es fácil, porque requiere de tu esfuerzo.
La paciencia también te permitirá ser y estar plena contigo misma, mejorar tu salud y embellecerte porque la premisa es dejar la auto-exigencia, la disconformidad y empezar a amarte y amar a los demás.
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