SEÑOR, No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo, pero frente a los problemas del mundo nos diste nuestras manos.
Sabemos que al final de la historia nos encontraremos cara a cara contigo y te presentaremos nuestras manos.
Manos curtidas por el trabajo, arrugadas por el tiempo, intactas por el desuso, otras nutridas por la experiencia;
manos con historia, recuerdos, anécdotas; manos llenas de nombres y cuántas más…
Señor, una cadena ininterrumpida de manos nos trajo hasta aquí. Hoy Tú nos invitas a comprometer nuestras manos y nuestra vocación,
que aparece cuando nos damos cuenta que no somos para nosotros mismos, sino para los demás.
Somos instrumentos de una obra en la que cooperamos y quizás nadie verá ni será noticia; pero Tú lo vas a ver en nuestras manos con amor
al final de la historia. Jesús te pedimos que nos guíes con amor, verdad y humildad, para que podamos sembrar en otros lo que en nosotros sembraste Tú.
(Desconozco el autor)