AMOR A LA TERCERA EDAD
Mientras vivimos, sentimos. Mientras sentimos, podemos amar y volver a enamorarnos. Los jóvenes no tienen exclusividad sobre el amor.
Hoy, mañana, y siempre, en la tercera edad y en la vejez también el amor puede crecer en tu corazón.
Pareciese que el amor, el regocijo o el entusiasmo estuviesen reservados sólo a los jóvenes, a esas edades en la que los sueños, los cuerpos y las esperanzas son sólidos, firmes y turgentes. Sin embargo, el amor es una cuestión del alma, y en la tercera edad (más allá de los mitos o prejuicios) es una realidad más cercana de lo que muchos creen.
Enamorarse con 60 o más años, es un flechazo que impacta al corazón y produce un redescubrimiento personal.
Amar tras haber cumplido más de 60 años, es un impulso maravilloso de vigorosidad que inunda todo el ser. Ese amor no se centra como en las primeras primaveras en lo físico, sino en el encuentro y en la coincidencia de la existencia
Es un amor de protección, calidez y compañía. Es una necesidad de cuidados mutuos y recíprocos, un volver a nacer en los años en que la libertad personal regresó al nido. Los hijos ya se casaron, los nietos crecieron… y el tiempo está más disponible para disfrutarlo en las actividades de recreación.
No es fácil dejarse ver enamorados. Los adultos mayores tienen una serie de obstáculos que sortear a la hora de amar. Obstáculos que muchas veces derrotan al amor: la mirada crítica y discriminadora de los hijos, las creencias limitantes de la sociedad, la no aceptación del propio cuerpo, etc.
Pero cabe recordar que el amor es la mejor de todas las medicinas, que una vida en plenitud es una vida embriagada de amor, y que muchas de las enfermedades que surgen con el paso del tiempo son motivadas con la corrosiva soledad.
“Viéndolo bien, no somos tan viejos. Lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas.” -Francisco Aramburo.
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