¿Escribiré tu nombre en la lista de amigos? ¿Llenarás mi aljibe con tu amor? ¿Pasearemos juntos por la ribera de este río que hoy nos separa?
No lo sé, sólo espero encontrarte y que me respondas.
Los que ahora están en su día fueron huecos vacíos, vidas desconocidas que aparecieron en el umbral de mi casa con aires de nobleza, inspirándome ganas de conocer, de conquistar. Abrí la puerta dejándome embriagar por el aroma que propagaban y cuando la estancia en la que habito se llenó de ellos, sentí cuan grato es recibir un azote tan fresco.
Los amigos colman mis horas de soledad con el suave dulzor de sus palabras haciéndome sentir alguien especial, una mujer con ganas de seguir soñando. Esparcen semillas de bondad que en su brotar consiguen que la persona que soy sea más proclive a la ternura. Experimento un gran regocijo al quedar mi vida ligada con la de ese ser que depone su anonimato para comenzar a formar parte de la aventura de mi existencia.
Con el paso de los años he comprendido, que la complicidad no consiste en vivir momentos de felicidad y abrigarnos bajo el manto de una satisfacción compartida. La complicidad es acercarnos cuando existe una fuerza que nos separa y no permitir que ráfagas de incomunicación mermen nuestra capacidad para allegarnos.
Comunicarnos con ese lenguaje no verbal que se fundamenta en gestos de amor que potencian la amistad.
Nunca se doblegan mis ansias de búsqueda ante la idea de engrosar la lista de mi corazón con otro nombre amigo, que hoy reconozco lejano, pero que en un futuro llegará a formar parte de mi historia. Por ello no cierro puertas, las abro no sólo a los que conociendo la senda que los lleva a mi hogar van y vienen con soltura, las abro a quienes aún no han transitado el camino hasta mi morada, a ellos les invito cortésmente a que pasen y vean, que decidan si quieren o no actuar en el escenario donde se interpreta mi obra.
Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón . Gabriel García Márquez
Autores: Yolanda Tamay
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