La adolescencia es una etapa de cambio tanto para el adolescente que vive la transición como para la familia que le acompaña y apoya durante este tiempo.
En la adolescencia se tiene como tarea principal la búsqueda de la propia identidad, para ello exploran el mundo externo a la familia con las herramientas (sociales) que les hemos ido facilitando, en ocasiones, pueden ponerse en peligro o perderse en el camino sin encontrar lo que están buscando.
Los padres adquieren la responsabilidad de convertirse en guías, ofreciendo alternativas y lugares de búsqueda y de ser el freno o control que minimice los riesgos ante los peligros externos.
La adolescencia es también una etapa de contradicción; vemos que para la familia se trata de un momento de separación, los hijos adquieren mayor autonomía conforme van responsabilizándose de su propia vida y van alejándose del núcleo familiar, pero al mismo tiempo, nos necesitan más que nunca, necesitan percibir la seguridad del hogar para poder salir a explorar el mundo. No son adultos todavía, pero ya han dejado de ser niños. Quieren crecer y empezar a ser adultos, pero les cuesta a ellos y a nosotros como adultos, perder el tipo de relación que teníamos cuando eran niños.
Todos estos cambios y adaptaciones que se producen en el seno de las familias en el momento de la adolescencia son vividos como una crisis que puede suponer un gran malestar para los miembros de la familia, aunque también podemos aprovechar esta crisis como una oportunidad para plantearnos nuevas formas de relación, aprender a comunicarnos con nuestros hijos de una forma diferente y ayudar a que la familia evolucione. Es importante tener acceso a la opinión de un profesional en estos casos para que un trastorno en la adolescencia se convierta en oportunidad de cambio y crecimiento.