No podemos concluir esta serie sin mencionar, tal vez, a la más valiente de todas las mujeres de la Biblia, quien decidió voluntariamente enfrentar cualquier adversidad y crítica; y llevar en su vientre a aquel que vendría a cambiar tu vida y la mía.
Amada por muchos, y aun en estos días: menospreciada e insultada por otros. María, aquella joven virgen que trajo físicamente a Jesús a este mundo, nos dejó un gran ejemplo de humildad, sabiduría y entrega al servicio de Dios.
Lee detenidamente la Biblia, y en ella encontrarás destellos de la prudencia ejercida por esta valiente y santa mujer. Te doy un ejemplo, y sin salirme del tema:
Hoy en día, tú puedes detectar a un falso profeta de la siguiente manera: ellos te dicen que ven visiones, que tuvieron un encuentro con Dios, y lo primero que hacen es exigirte que los mantengas y les des tus “diezmos”, y luego quieren vender libros y CDs contando su experiencia, y buscando hacerse famosos y que la gente les aplauda. Claro pueden hacer lo que les pegue la gana, ¡muy su vida!, y es muy tonta tu decisión de seguirlos. Pero María, habiendo tenido un encuentro con un ángel que, sí venía de Dios, y habiendo recibido la majestuosa revelación de que ELLA sería una participante directa en la obra redentora de este mundo, María no salió corriendo a contárselo al mundo, ni a llamarse a sí misma profeta, o a auto exaltarse o a escribir libros al respecto. No, ella se mantuvo callada y humilde, y si te fijas bien, en las escrituras, cada vez que sucedía algo que marcaba su vida y le demostraba la divinidad de su hijo, ella “guardaba estas cosas en su corazón”. (Lucas 2:19)
¡Qué gran ejemplo para nosotros! Es muy difícil hablar de María sin causar el asombro y gusto de muchos, o el ataque e ignorancia de otros. Sea cual sea tu actitud hacia ella (y hacia otras mujeres valientes de la Biblia), no puedes negar, que fue la madre terrenal de Jesús, fue la que alimentó de su pecho al Señor que nosotros adoramos, ella fue la que le cambió los pañales, la que lo cargó y lo consoló cuando de bebé el lloraba (ahora solo falta que alguien diga que Jesús no lloraba de bebé). Ella fue quien le dio su desayuno, su comida y su cena cada día. Y aunque la Biblia no habla de estas cosas, es muy obvio que sucedieron.
María, como joven valiente enfrentó a una sociedad misógina, con el riesgo de ser apedreada si se descubría que José no era el padre de ese bebé. Como madre ella enfrentó los retos de criar a un niño y, posteriormente a un adolescente, y luego a un hombre que transformaría la historia del universo entero; y aun más, ella enfrentó el cruel dolor de ver a su hijo torturado y asesinado por hombres malos…
Y si lees bien las Escrituras, te darás cuenta, que aun después de la resurrección y ascensión de Jesús, ella se mantuvo fiel esperando la promesa del Espíritu Santo, y era admirada y tomada en cuenta por los apóstoles y discípulos, de tal manera, que mereció ser mencionada en Hechos 1:14, donde se hace distinción entre las personas que estaban perseverando en oración y, se menciona claramente entre ellos a María, la madre de Jesús.
María fue una mujer valiente y su ejemplo sigue aun vigente. Pidamos a Dios que todas las madres jóvenes de hoy en día tengan la sabiduría, humildad y prudencia de María.