Se va el 2013.
En muchos de nosotros se genera una mirada retrospectiva sobre estos 365 días y surge un balance. Algunos estarán más satisfechos que otros. El grado de satisfacción no sólo estará ligado al cumplimientos de metas o sueños, sino también al nivel de severidad con que cada uno se mida (para un perfeccionista haber cumplido con 199 de las 200 metas puede ser una verdadera catástrofe).
Llega el 2014. Aunque nada cambia de un 31 de Diciembre a un 01 de Enero, éste también es un tiempo donde nos preguntamos sobre cómo nos gustaría que fuera el año entrante. Pueden llegar a construirse expectativas y sueños sobre una realidad mejor:
“Voy a disfrutar más de mi tiempo libre” “Quiero que sea un gran año para mi familia” “Prometo dedicar más tiempo a cultivar mi relación con Dios” “Aprobaré todas las materias de la facultad” “No voy a enojarme por cualquier tontería”.
¡Bien! Son todos deseos maravillosos. Pero... ¿alcanza sólo con un deseo? Algunos afirman que con sólo desear algo muy fuerte, eso llegará a tu vida. Respeto esta teoría a la que podríamos denominar “la omnipotencia del deseo”, pero no la comparto. Puedo aburrirte relatándote por horas y horas situaciones donde el sólo deseo (al que le doy un lugar relevante, de todos modos) no fue suficiente.
A ese deseo le debemos sumar, entre otras cosas, nuestro compromiso diario. ¿Qué lugar le vamos a reservar en nuestra agenda a estos temas que, supuestamente, son prioridades? ¿Cuáles serán los hábitos que desarrollaremos en este 2014 para que los sueños se hagan realidad?
Coincido con lo que John Maxwell afirma en su libro “Hoy es importante”:
“El secreto de su éxito está determinado por su agenda diaria... Las personas de éxito toman buenas decisiones al principio y las controlan cada día”.
Agrega además que uno elige entre PREPARAR o REPARAR. Si uno no se “prepara” a diario para crecer en algún área de su vida, tarde o temprano, tendrá que dedicarse a “reparar”. Por ejemplo, si tienes hijos, no es lo mismo cuidar esa relación en lo cotidiano que llegar a un punto donde tu hijo no te quiere dirigir la palabra y tus intentos por recomponer la relación fracasan una y otra vez.
Amigo, sé práctico. Destina un horario. Reserva un lugar para eso que anhelas. Con el pequeño paso de hoy, crea un mañana mejor. Pídele a Dios sabiduría para fijar claras prioridades al comenzar este año. ¡Te deseo un excelente 2014, recordándote que el modo en que te vincules con tu agenda tendrá mucho que ver con ese resultado!
GUSTAVO BEDROSSIAN
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