Suele suceder que la gente termina extenuada el año no sólo por la energía que consumió en realizar esto o aquello. El mayor aporte hacia el agotamiento proviene de la actitud con la que se encaró cada uno de esos compromisos (y la vida en general). Muchos no han aprendido a descansar. Entre nosotros, ¿has aprendido a descansar? Sí, sí, a ti te pregunto. Lee bien antes de responder y toma en cuenta que hay en la pregunta un concepto subyacente: se aprende a descansar.
En realidad, no debería ser así. Mira a un bebé. ¿Has observado a algún bebé leyendo algún manual sobre el buen descanso? Cuando están alimentados, limpios y sin enfermedades o dolores, simplemente descansan. Nosotros vamos complicando el asunto a medida que crecemos porque aprendimos a no descansar. Corremos. Malgastamos la energía. Nos sobreexigimos. Queremos modificar lo inmodificable. Nos frustramos y culpamos. Desarrollamos el arte de la preocupación y el perfeccionismo. Si fuera más estricto con los términos, definiría el planteo como el desaprender una forma de vida para retornar a un estilo de afrontamiento donde sea más natural el descanso. ¿Y cómo lo logramos? Tan sólo se trata de esto: CONFIAR… y, por sobre todas las cosas, CONFIAR EN DIOS.
¿Cómo me irá en ese examen o en esa entrevista? Tranquilo, ¿te preparaste? Confía. Confía en Dios, confía en el conocimiento que has adquirido, confía en todo lo bueno que tienes para exponer.
¿Me querrán? ¿Me aceptarán? ¿Me perdonarán? ¿Me mirarán bien o me mirarán mal? Confía. No puedes controlarlo todo. Acepta que no puedes caerle bien a todos (a veces ni siquiera a tus padres o seres queridos). Confía en el diseño de Dios. Deja fluir lo que eres. Allí saldrá la mejor versión. Cuando aprendes a aceptarte, vuelves al ritmo natural de una persona que descansa.
¿Sigo cargando mi agenda queriendo hacerlo todo? ¿Quién te engañó con la idea de un Dios que te ama más, cuanto más haces? Él te dice: “ Si te relajaras e hicieras menos, estarías más atento a mi voz, a disfrutar de Mi Presencia y hacer sólo lo que tienes que hacer; tranquilo, yo te creé y sé que eres humano, limitadamente humano”.
¿La gente cambiará algún día y hará las cosas bien? Hey, amigo. ¿Quién te dijo que eres el gran sabio, el único juez y el mejor ciudadano del universo? Descansa. Vive y deja vivir. Todos tienen un tiempo para aprender. Y eso te incluye tanto a ti como a mí. Y recuerda que no es tu responsabilidad ser el garante del orden mundial. ¿Te parece exagerado esto último? Quizá si observaras algunas de tus actitudes, hasta quizá descubras que me quedé corto con la descripción. Confía. Dios tiene el control.
Amigo, desaprender es el mejor camino para aprender (aquello que ya es natural). Confía. No se trata de hacer mucho o hacer poco. Aún puedes hacer mucho y no cansarte tanto, porque estás actuando con confianza y fluyendo en lo que eres. Te deseo un 2014 intenso, activo, apasionante, desafiado, comprometido con mejorar tu vida y tu mundo… y al mismo tiempo, te deseo un 2014 descansado.
GUSTAVO BEDROSSIAN
|