Un marido iracundo se jactó: “Abandoné a mi esposa anoche. Ella siempre tiene la razón, y yo siempre estoy equivocado, pero no esta vez. No voy a dejar que me pisotee de nuevo. Yo sé que tengo razón en este asunto y no voy a ceder. Me voy a alejar hasta que se arrastre por el suelo y admita que está equivocada”.
Además de aprender a decir: “Lo siento”, los maridos y las esposas tienen que aprender a decir: “Te perdono”. Jesús nos advirtió que el perdón de nuestro Padre celestial depende de nuestro perdón a los que nos ofenden.
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”. (Marcos 11:25-26)
¿Tu esposo o esposa te ha engañado? ¿Has sido herido por el adulterio? ¿Descubriste accidentalmente el romance secreto? ¿Hubo un verdadero arrepentimiento? ¿Estás esforzándote por perdonar y olvidar?
Puede que nunca olvides, pero debes aprender a perdonar. Mientras vivas, puede que seas perseguido por las imágenes de tu esposo o esposa en los brazos de otra persona. Puede que siempre sufras y te aflijas por eso. Pero si él o ella han mostrado evidencia del arrepentimiento divino -y están haciendo todo el esfuerzo posible para compensarte- debes perdonar. Más que eso, de una vez por todas, debes dejar de traer a colación el pasado. Varios miles de matrimonios han sobrevivido a la infidelidad, pero sólo porque el arrepentimiento divino por el pecado fue seguido por el perdón de Cristo. Si sigues sacando a relucir el pasado viejo y feo, el matrimonio estará en peligro.
La Biblia dice: “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa”. (Proverbios 19:11).
David Wilkerson