Señor, hoy me atrevo a hablar en voz alta contigo respecto a muchos políticos, los que gobiernan nuestros bienes, nuestros trabajos, nuestras vidas, nuestro destino. Nos piden que tengamos fe en sus sucias manos para ensuciar así las nuestras. No nos la concedas, Señor.
Nos exigen que les tengamos confianza, que apostemos por su buen hacer. No nos concedas entrar por donde quieren, pues a escondidas (que voy a contarte yo que tú no sepas) se ríen de nosotros y presumen de coeficiente intelectual de tres cifras.
Nos demandan que seamos estúpidos de frente, que como alimento traguemos sus enormes ruedas de molino. Señor, danos luz. Cierra nuestras gargantas para que no pase por ellas la iniquidad.
Si seguimos dejándonos convencer por sus mentiras acabaremos como ellos y no queremos. Aunque muchos se tienen por seguidores tuyos, no te aman. No entienden que tu don es de lucha, no de conformismo. Es la marca del camino a seguir contracorriente. Una fe que llama a hacer justicia. Una fe que nos obliga a dar la cara pese a las consecuencias negativas que nos puedan sobrevenir. Una ve que nos lleva a abrir la boca a favor de la verdad. Dánosla más bien para confiar primeramente en ti, luego en los limpios de corazón, en los humildes, en los generosos. Danos fuerzas para luchar contra la mentira, contra la desigualdad. Muéstranos lo importante que es dar la cara.
España no va bien, Señor y tú lo sabes. Es un pozo podrido colmado de mentiras oficiales en las que ya no podemos creer más. Es una selva de monstruos malignos al acecho de la gente buena.
A ti que corriges a las naciones, que eres juez del mundo, nuestro refugio, nuestro lugar de protección, te pedimos por las almas de los que irremediablemente quieren llevarnos a la ruina. Están vivos con políticas de muertos. A ver si te es posible, de paso, ablandar sus corazones. A todos esos altaneros hinchados de vanidad concédeles remordimiento de conciencia, les hace falta. No les vendría nada mal una temporadita de insomnio para reflexionar en su conducta durante la dulce madrugada. Manifiéstate a sus ojos, muéstrales tu poder, pues están convencidos de que lo has perdido.
Nos exigen que les tengamos confianza, que apostemos por su buen hacer. No nos concedas entrar por donde quieren, pues a escondidas (que voy a contarte yo que tú no sepas) se ríen de nosotros y presumen de coeficiente intelectual de tres cifras.
Nos demandan que seamos estúpidos de frente, que como alimento traguemos sus enormes ruedas de molino. Señor, danos luz. Cierra nuestras gargantas para que no pase por ellas la iniquidad.
Si seguimos dejándonos convencer por sus mentiras acabaremos como ellos y no queremos. Aunque muchos se tienen por seguidores tuyos, no te aman. No entienden que tu don es de lucha, no de conformismo. Es la marca del camino a seguir contracorriente. Una fe que llama a hacer justicia. Una fe que nos obliga a dar la cara pese a las consecuencias negativas que nos puedan sobrevenir. Una ve que nos lleva a abrir la boca a favor de la verdad. Dánosla más bien para confiar primeramente en ti, luego en los limpios de corazón, en los humildes, en los generosos. Danos fuerzas para luchar contra la mentira, contra la desigualdad. Muéstranos lo importante que es dar la cara.
España no va bien, Señor y tú lo sabes. Es un pozo podrido colmado de mentiras oficiales en las que ya no podemos creer más. Es una selva de monstruos malignos al acecho de la gente buena.
A ti que corriges a las naciones, que eres juez del mundo, nuestro refugio, nuestro lugar de protección, te pedimos por las almas de los que irremediablemente quieren llevarnos a la ruina. Están vivos con políticas de muertos. A ver si te es posible, de paso, ablandar sus corazones. A todos esos altaneros hinchados de vanidad concédeles remordimiento de conciencia, les hace falta. No les vendría nada mal una temporadita de insomnio para reflexionar en su conducta durante la dulce madrugada. Manifiéstate a sus ojos, muéstrales tu poder, pues están convencidos de que lo has perdido.