Adolescentes y familia
En las primeras etapas de la vida familiar, cuando un bebé llega a casa, todo es amor y atención. Las conductas más perturbadoras le son perdonadas pues es demasiado pequeño para saber lo que hace. Sin embargo, alrededor del tercer año, sus relaciones con los otros miembros de la familia empiezan a modificarse y aparecen las primeras prohibiciones y los castigos.
Conforme avanza el desarrollo del niño, sus relaciones familiares tienden a empeorarse por la autonomía de pensamiento y necesidad de autoafirmación, acción que hace que parezca más impertinente, pero cuando llega la adolescencia las fricciones con todos los miembros y en especial con los padres, alcanza su máximo grado.
En el momento en el que el adolescente crece físicamente y adquiere nuevas habilidades intelectuales que le permiten entender elementos de la vida más complejos, se empiezan a interesar por otro tipo de relaciones con el mundo, se interesan por ejemplo por las personas de otra manera, pensando ya en el amor romántico y no solo en la amistad, y por supuesto las relaciones familiares sufren cambios.
Por lo primero que se ven afectadas estas relaciones familiares, es por el cambio en la percepción de los padres por parte del adolescente, en este momento los jóvenes comienzan a percibir a sus padres como personas normales, ya no como súper héroes, que todo lo pueden, esto supone un impacto para el joven, que durante toda la infancia tenía una visión de los padres como todopoderosos
Por otro lado comienza a establecerse un tipo de relaciones en la que los jóvenes exigen más autonomía, algo que los padres no están dispuestos a conceder así como así. El deseo ansioso de autoafirmación de los adolescentes, les hace pedir cada vez más independencia, en muchos casos desorbitada, algo que a los padres les cuesta mucho aceptar, en gran parte debido a los miedos por los peligros que el joven pueda sufrir, y por la visión objetiva de la capacidad de responsabilidad que tienen los chicos.
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